GARA
París
PROTESTAs DE LOS «Chalecos amarillos»

Los disturbios de París agravan la crisis política y la fractura social

Emmanuel Macron, tras visitar el Arco del Triunfo y constatar la destrucción que dejaron los enfrentamientos de la jornada de protesta de los «chalecos amarillos», rehuyó ir a la raíz de la indignación social y dijo que será implacable ante la violencia. Mientras, nuevas voces piden ya elecciones anticipadas como única forma de salir de la crisis.

Tras los graves enfrentamientos violentos de la noche del sábado a domingo que, según datos oficiales, dejaron un saldo de 682 detenidos, 263 heridos y multitud de comercios saqueados y edificios incendiados, la de ayer fue una jornada para hacer balance y constatar la envergadura de la crisis política y social que ha sacudido al país, acorrala al presidente Macron y se agudiza por momentos.

Tras su vuelta de Argentina, donde participó en la cumbre del G-20, Macron visitó la avenida Klebber, cercana al Arco del Triunfo, emblemático lugar donde se produjeron graves disturbios. Entre aplausos y abucheos de la gente, presenció coches calcinados y escaparates destrozados y tras felicitar allí mismo a la Policía y a los bomberos, llamó a una reunión de crisis en el Elíseo para demandar a su Gobierno que tomara las responsabilidades en mano

Sin llegar a decretar el estado de emergencia, como se especuló durante la jornada de ayer, lo instó a «adaptar el dispositivo de mantenimiento del orden público» y a asegurar que «todos los participantes en los saqueos y enfrentamientos sean llevados ante la Justicia». Así mismo, ordenó a su primer ministro la organización de una ronda de partidos para analizar la situación.

Mientras tanto, la oposición, varios diputados de su mayoría y una parte de los «chalecos amarillos» le exigían una moratoria en la puesta en marcha de su impuesto a los carburantes, que en los últimos doce meses han visto subido su precio en un 23%.

Como muestra de una de las ironías que deja este movimiento, la presidenta de Reagrupamiento Nacional, la ultraderechista Marine Le Pen, y el jefe de filas de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, fueron más allá y ambos coincidieron en la exigencia de elecciones anticipadas como «única forma de salir de la crisis política y dilucidar mediante el voto el choque de legitimidades entre el Gobierno y los chalecos amarillos».

Más allá de la violencia

Macron, tras una semana de mensajes conciliadores, mostró ayer un tono grave y fue monotemático: «No cederé ante la violencia». Quizá espere que tras las imágenes de destrucción de la capital, que evocan las memorias de tiempos de revuelta de hace cincuenta años, muchos «chalecos amarillos» normales y corrientes, digan que ya es suficiente y se desenganchen de una movilización que ha roto cálculos y marcos mentales.

Pero se equivocaría si lo reduce todo a un discurso «antiviolento» y no ataca las raíces de una indignación que va más allá del precio de los carburantes y que, según todas las encuestas, goza de gran legitimidad y simpatía social.

Además de constatar toda la destrucción del centro de París, ayer quedó clara otra constatación: Macron se enfrenta a una crisis política sin precedentes, con una oposición que ya pide elecciones anticipadas, en medio de una gran fractura y polarización social.

ISTILUEk krisia larriagotu dute

Larunbatetik iganderako gauean «txaleko horiek» deituriko mobilizazioen ondoren Parisen gertatu ziren istilu larrien balantzea egiteko eguna izan zen atzo. Eta horixe ekarri dituela ondorioak! Nahiz eta emergentzia egoera ezarriko zela atzo bolo-bolo ibili, Gobernuak azkenean ez zuen halakorik erabaki. Sare sozialen bidez koordinaturiko eta atxikimendu sozial handia duen mugimenduak sinbolizatzen duen haserrea bezala, ugaritzen ari dira hauteskundeak aurreratzeko eskatzen duten ahotsak.