M.I.
ROBIN HOOD

En una Edad Media progresista y multirracial

E s de comprender que a estas alturas ya no se puede hacer otra versión canónica más de una historia sobradamente conocida por todas las generaciones, pero de ahí a alterar la sustancia del mito y convertirlo en lo que no es va un trecho. El fracaso comercial de esta gran producción que se sitúa en la barrera de los cien millones de dólares es de justicia poética, porque abusa de la fantasía histórica a la hora de cambiar el escenario histórico y actualizarlo de un modo tan burdo como ridículo, lo que se evidencia en un vestuario de diseño más propio de una película apocalíptica o futurista. Por no hablar de las escenas de manifestaciones, con disturbios impropios de la Edad Media, y en la que sólo faltan los chalecos amarillos.

Algo debió de torcerse en el desarollo del proyecto, ya que en un principio iba a ser protagonizado por Leonardo DiCaprio, quien finalmente figura como productor al verse implicada su compañía Appian Way. Tampoco es un buen dato que se ha haya escogido en la dirección a un profesional televisivo como Otto Bathurst. Y todo apuntaba a una franquicia, que visto lo visto ya no podrá ser. Taron Egerton representa aquí los orígenes del personaje, antes de sus aventuras en el bosque de Sherwood con su banda de ladrones.