Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «El rey»

El oscuro y tenebroso pasaje del terror monárquico

Estamos antes una obra de gran impacto, que va a trascender gracias a un público que no se quedará indiferente y la recomendará mediante el boca-oreja, compensando el que haya sido hecha de forma totalmente autogestionada y al margen de las ayudas oficiales, las componendas y los beneficios culturales. De ser esto en sí mismo un gran mérito, añádasele además que viene a llenar el vacío existente en el Estado español de un cine comprometido social y políticamente, lo que implica una ración doble de arrojo y valentía. La función teatral de Alberto San Juan en su versión cinematográfica no implica, a pesar de todo, una actitud suicida o una fácil provocación, ya que ha sido pensada y repensada para moverse dentro de la permisibilidad cuestionable de la Ley Mordaza. A tal fin está blindada como ficción basada en personajes reales y sus testimonios públicos en discursos y entrevistas, por lo que no cabe culpar al autor de inventarse nada que no se pueda encontrar en las hemerotecas.

El trabajo de San Juan es enorme, tanto en su dramaturgia como en su configuración escénica. Aunque parezca mentira, ha conseguido sintetizar en menos de hora y media todo el proceso histórico desde el franquismo hasta nuestros días con un espíritu crítico frente a verdades palmarias, que conecta con lo que la calle piensa respecto a la monarquía. Para ello va siempre al grano, y no se pierde en sensacionalismos o dimes y diretes sobre la vida privada de Juan Carlos I, prefiriendo incidir en las tramas conspirativas y negociados entre gobernantes.

De todas las figuras fantasmagóricas que acuden a la mente del monarca en su vigilia tras la abdicación destaca la de Franco, caricaturizado por el propio San Juan. La atmósfera pesadillesca para ese encuentro macabro tiene lugar en un escenario único que hace las veces a oscuras de pasaje del terror monárquico, con sombras proyectadas de onirismo expresionista.