Ramón SOLA
DONOSTIA

Juan Carlos I corona la imagen de un sistema fosilizado 40 años después

El Congreso de los Diputados celebraba ayer el 40 aniversario de la aprobación de la Constitución el 6 de diciembre de 1978, pero la imagen más comentada y reveladora lo retrotrajo a antes aún: el 22 de noviembre de 1975, cuando, con el cadáver de Franco aún caliente, el sucesor que había nombrado el dictador fue proclamado rey por las Cortes. Juan Carlos de Borbón, ahora monarca emérito, fue devuelto a escena ayer para la efeméride y recibió una ovación del tamaño de la de aquel día.

Hace apenas dos días, el presidente español, Pedro Sánchez, había apuntado tímidamente la posibilidad de reformar la Constitución para suprimir la inviolabilidad del Rey, así que ese aplauso ayer al impune protagonista de buen número de escándalos quedó como prueba de un sistema imposible de regenerarse a sí mismo, fosilizado.

Al margen de la realidad discurrió también el discurso de su hijo, Felipe de Borbón, en cuyos seis folios no hubo alusión alguna al conflicto catalán que sacó su faz más autoritaria el 3 de octubre de 2017. En lugar protagonista volvió a colocar a su descendencia, para apuntalar el mensaje de que la Corona española tendrá continuidad.

¿Renovar la Constitución?

Hace unos pocos años, tras la refoma exprés del artículo 135 ordenada por Bruselas (2011) y sobre todo por la presión de la demanda soberanista catalán, se daba por muy probable una reforma de la Constitución. Pero el entonces presidente, Mariano Rajoy, logró enfriar esta idea, el enconamiento del proceso catalán asustó luego a algunos partidarios, y nada apunta ya a que se vaya a abrir ese melón.

Por si acaso, el expresidente José María Aznar dejó caer que «hoy los ciudadanos plantean nuevas exigencias, pero para atenderlas se necesita más Constitución, no menos». Aunque han pasado casi quince años desde que salió de La Moncloa, Aznar vuelve a estar muy bien colocado en el tablero político gracias al tutelaje que mantiene sobre el nuevo líder del PP, Pablo Casado, a sus contactos directos con Ciudadanos y a la inspiración que ejerce sobre Vox. Como dato, en los corrillos habituales en los pasillos del Congreso, Aznar no se cortó ayer en atribuir el pelotazo del partido ultra en Andalucía a que «las cosas han empeorado en estos últimos tres años».

La presidenta del Congreso, Ana Pastor, también del PP, indicó en su discurso que la Constitución «es perfectible» pero que cualquier modificación debería hacerse desde «el mismo espíritu de acuerdo, concordia, diálogo y colaboración» que asegura que alentó aquel lifting posfranquista de hace 40 años.

Sorprendentemente, y quizás como señal de su debilidad, en el acto no tomó la palabra el presidente español, Pedro Sánchez. Más protagonismo incluso tuvieron sus predecesores, a los que se dio un lugar preponderante en el hemiciclo: fallecidos ya Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo, siguieron el acto juntos Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy.

Sánchez, además, fue increpado a la salida por un grupo de asistentes, que profirió gritos de «fuera» y «okupa». Y a los corrillos del Congreso tampoco llevaba buenas noticias: se mostró convencido de que habrá un acuerdo entre las tres derechas para gobernar Andalucía.

La crítica estaba fuera

Con la mayoría del Congreso cerrando filas para elogiar la Constitución y jalear a la monarquía, la práctica totalidad de las voces discrepantes llegaron desde fuera de la Cámara.

No acudieron a la celebración los electos y electas de En Comú Podem, Compromís, ERC, PDCaT, PNV ni EH Bildu. Junto a la manifestación por la República vasca celebrada por esta última fuerza en Bilbo, destacó la respuesta a este 40 aniversario del president catalán, Quim Torra, de visita en Eslovenia: «La Constitución se ha convertido en una jaula para los catalanes, literalmente en una prisión. No hay nada que celebrar y sí mucho que denunciar».

Sí acudieron al evento los parlamentarios de Unidos Podemos, que no venían participando en los aniversarios de la Carta Magna española desde la reforma exprés de 2011. Como apunte crítico, exhibieron distintivos en favor de la República y se abstuvieron de aplaudir a la llegada de los dos Borbones.

También estuvo en la Cámara el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que tildó de «decepcionante» el discurso de Felipe de Borbón y denunció la ovación a Juan Carlos de Borbón por «sobreactuada». Iglesias reivindicó los «artículos de la Constitución que no se cumplen, como los que hablan de protección social, derecho a un trabajo digno o a una vivienda».