Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Rey de ladrones»

La última banda delictiva con denominación de origen

Los integrantes de la banda ficcional liderada en la pantalla por Michael Caine tienen todo el perfil de votantes a favor del Brexit, porque se sienten como los últimos ladrones británicos de pura cepa, quejosos de la desleal competencia que para ellos supone la delincuencia importada de los países del Este del continente, principalmente de Albania y Polonia. La película que protagonizan debería ser en consecuencia un bello canto del cisne por los viejos tiempos reflejados en brillantes películas de atracos a la inglesa. Pero no lo es, y “King of Thieves” acaba siendo una obra marchita, desprovista del pulso vital que hubiera merecido una despedida a lo grande y con todos los honores fúnebres.

El calificativo que mejor casa con la película es el de deprimente, y eso en el cine de acción resulta imperdonable. No basta con la presencia de un Michael Caine para resucitar el pasado, y los intentos de James Marsh en la dirección por revivir el mito actoral del memorable protagonista de “Get Carter” (1971) resultan baldíos. Intenta que la banda sonora compuesta por Benjamin Wallfisch transporte al cinéfilo a la que en su día creó el pianista de jazz Roy Budd, pero el fallido amago se vuelve en contra de la estrella de la función y sus 85 años imposibles de disimular. Tanto él como su octogenario compañero de reparto Tom Courtenay bastante hacen con estar, mientras que la energía interpretativa la ponen Jim Broadbent y Ray Winstone, respectivamente con 70 y 61 años, que también son muchos, pero algunos menos.

Lo que debería haber sido una reivindicación del potencial de la gente mayor, habida cuenta de que el argumento está tomado del caso real de un millonario robo de joyas perpetrado por una banda de jubilados, se convierte en la enésima rutinaria constatación de que el golpe perfecto no existe, y con menor probabilidad si se es demasiado viejo para llevarlo a cabo y para poder disfrutar del botín.