M.I.
MIAMOR PERDIDO

Un gato valenciano con más de siete vidas

D espués de un par de millonarias incursiones en el humor con acento localista, el veterano cineasta Emilio Martínez-Lázaro vuelve a la comedia urbana de siempre consagrada a la pareja romántica, pero con las aspiraciones comerciales intactas dada la promoción con la que está contando “Miamor perdido” por parte de la compañía Sony de la TVE. Ni qué decir tiene que dicha campaña mediática se sustenta una vez más, al igual que lo vienen haciendo las cadenas privadas, en la popularidad de Dani Rovira, quien aquí no tiene que enfundarse ningún traje de superhéroe, interpretándose prácticamente a sí mismo, al hacer de monologuista.

Antes he aludido a un esquema argumental de pareja de enamorados, pero conviene introducir un importante matiz, porque en realidad se trata de una relación triangular en la que el tercero en discordia es un gato. El minino toma su nombre del experimento de mecánica cuántica de Schrödinger, pero tanto el personaje de Dani Rovira como el de Michelle Jenner acaban llamándole con el apelativo cariñoso del título, porque solo responde cuando le dicen “miamor” o le hablan en valenciano. La mascota representa con sus siete vidas un tipo de relación amorosa intermitente.