Iñaki IRIONDO
Elkarrizketa
OSKAR MATUTE
PORTAVOZ DE ALTERNATIBA Y DIPUTADO DE EH BILDU

«El tiempo ha demostrado que solo desde la independencia es posible aquí una sociedad democrática»

Oskar Matute (Barakaldo, 1972) es diputado de EH Bildu en el Congreso de Madrid y desde el principio ejerce como portavoz de Alternatiba, que hace diez años nació desde Ezker Batua para recorrer luego su propio camino por sí misma, lo que le ha llevado también a una decantación ideológica en el ámbito nacional.

¿Por qué crearon Alternatiba hace diez años?

Era un contexto muy marcado por la atomización de las fuerzas de izquierda, que buscaban más la diferencia entre ellas que generar un bloque que ambiciara la hegemonía. Además, dentro de alguna de ellas, las dinámicas internas se hacían irrespirables y las agendas que manejábamos unos y otros no eran compatibles. De ahí nace la reflexión de promover un movimiento político que no se pusiera como meta la obtención de representación electoral sino que utilizara su capacidad de interrelación con otros sectores de la izquierda para generar una alternativa más potente, para dejar de pelear entre las izquierdas y confrontar con la derecha. Siempre decíamos que Alternatiba nacía para morir.

Pero no han muerto sino que han cumplido diez años y siguen...

Una de las funciones que teníamos, que era la de ser puente entre diferentes sectores de la izquierda, se está cumpliendo, y en la medida que ya se ha generado EH Bildu, que es la expresión más potente que ha tenido la izquierda vasca en términos electorales y de influencia político social, se podría decir que esa función ya se ha cumplido y que Alternatiba no tiene sentido. Pero creemos que hay otra labor, que es la de ensanchar EH Bildu, la de seguir atrayendo sensibilidades que confrontan con el sistema, desde el feminismo, el ecosocialismo u otros campos, hacia el cuerpo político que es EH Bildu. Creando de esta forma un espacio más rico y más potente.

¿Qué porcentaje de la militancia actual proviene de aquella corriente de Ezker Batua?

Si cuando lo fundamos podiamos ser el cuarenta y tantos por ciento, ahora mismo creo que no somos ni el veinte por ciento. La mayoría de la militancia y de quienes están órganos de dirección no vienen de allí.

Pasaron de ser una corriente de EB a firmar un acuerdo estratégico con la izquierda abertzale ilegalizada y EA en 2011. Ese paso suena un poco raro.

Sí, porque normalmente las organizaciones políticas son un poco estancas, pero a quien hubiera buceado un poco en los intramundos de EB no le sonará tan extraño. Desde que yo entré había una corriente, que se llamaba Ekaitza, que apostaba por la unidad de la izquierda vasca y ya se definía como soberanista. Fue la que impulsó la firma del Acuerdo de Lizarra-Garazi y siempre creímos que en Euskal Herria tenía que existir que una izquierda que fuera de aquí y capaz de atraer a personas abertzales y no abertzales, desde el principio básico del derecho de autodeterminación. Vimos que en EB no existía esa voluntad.

Aliarse entonces con la izquierda abertzale ilegalizada exigía valentía política, porque la amenza de más ilegalizaciones estaba ahí...

De hecho era una posibilidad que pesaba mucho sobre nosotros y nosotras, no como una amenaza sino como una certeza a corto plazo. Pero era una forma de mostrar compromiso. No puedes decir que quieres la unidad de la izquierda vasca, exigir a todo el mundo lo que tiene que hacer y quedarte tú en una especie de atalaya de la comodidad. Creímos que la mejor manera de demostrar que el nuestro era un intento humilde pero honesto por contribuir a la unidad de la izquierda vasca era mojarnos en ese momento. Además está la solidaridad de clase, nos parecía demencial que la parte más importante de la izquierda vasca fuera sistemáticamente expulsada de las instituciones apoyándose en leyes que erosionaban derechos fundamentales.

Hablaba usted de atraer a una izquierda que no sea abertzale, pero forman parte de EH Bildu que se ve como nítidamente independentista. ¿Han evolucionado también en eso?

Sí. Hace diez años nos identificábamos como soberanistas, porque dentro de Alternatiba en ese tiempo coexistían quienes ante un hipotético referéndum de autodeterminación votarían que sí o que no a la independencia. Había quien entonces tenía muy claro que para garantizar la pervivencia de nuestro pueblo, de nuestra sociedad, la independencia era la única posibilidad. Pero había gente, también es cierto, que pensaba que con fórmulas confederales o federales asimétricas se podía conjugar la convivencia con el derecho a la diferencia. Pero yo creo que el tiempo nos ha demostrado que solo desde la independencia, desde un ámbito de ruptura con el régimen del 78 que se da en Catalunya o aquí, es posible una sociedad verdaderamente democrática donde las personas que la componen tengan la última palabra sobre sus decisiones.

Se acusa a la izquierda de ofrecer recetas a largo plazo y no soluciones a los problemas inmediatos de la ciudadanía...

Un formación de izquierdas es un instrumento para mejorar las condiciones de vida de la gente. S nos percibe como una especie de instituto filosófico o de principios, pero no como algo real para solucionar sus problemas, probablemente nos dé la espalda. Y no vale culparles o imputarles que les han engañado, que se han dejado llevar por los medios que sirven a los poderosos. Porque todo eso ya lo sabíamos antes de empezar esta historia. Tenemos que ser capaces de conectar con las personas ofreciendo respuestas concretas a sus problemas. Si la izquierda no hacemos ese esfuerzo va a parecer que lo hace la extrema derecha, y lo estamos viendo en Europa. Tenemos que confrontar con las derechas en lo concreto.

¿Es lo que trataron de hacer con los presupuestos de la CAV?

Sí. Yo expuse en los órganos de dirección de EH Bildu que teníamos dos opciones, o nos quedamos en el terreno de los principios sin que nos salpique nada que pueda sonar a pragmatismo que sea utilizado por los guardianes de la revolución en internet para acusarnos de derechización de EH Bildu, y así lo que permitimos es que se prorroguen los presupuestos pactados con el PP, que no parece ser que sea lo mejor; o con nuestra fuerza entramos en una negociación en la que pongamos el acento en pensionista, mujeres, jóvenes y salario mínimo de 1200 euros para contratar con la Administración. A partir de ahí hicimos una negociación honesta que creemos que a parte de la sociedad le ha demostrado que EH Bildu tiene una agenda de prioridades que no es la de Confebask y que, por desgracia, no ha sido la del PNV. Ya dijimos desde el principio que esos presupuestos, aunque hubiera salido bien la negociación, no eran los que habría hecho EH Bildu. Sino que eran unos presupuestos que pretendían corregir determinados recortes de presupuestos anteriores.

¿Cómo valora la evolución orgánica de EH Bildu?

Pues probablemente no sea lo veloz que a todo el mundo le gustaría, pero va cumpliendo los objetivos, que eran dotar a EH Bildu de una estructura propia no dependiente de los partidos y, por otra parte, incorporar a mucha gente que hasta ahora había entendido a los partidos como estructuras alejadas de ellos mismos. EH Bildu está siendo capaz de sumar a mucha gente independiente a la acción política y al mismo tiempo, de construir su propia realidad política, gracias también a la generosidad de los partidos que la conforman. ¿Que es perfectible?, seguro. ¿Que ha habido fallos?, también. Pero la voluntad y la determinación es clara.

Son dos diputados de 350 en el Congreso. ¿Cunde ese trabajo?

Creo que sí. Cuando tuvimos 7 diputados con Amaiur, eran tiempos de mayoría absoluta del PP y de boicot total de los medios. Nosotros hemos llegado en un momento en el que tanto Mariano Rajoy antes como Pedro Sánchez ahora están en minoría y cada voto cuenta. Y hasta en el Senado, con Jon Iñarritu, obtenemos visibilidad. Hay que tener en cuenta que además de los medios tradicionales, también las redes sociales influyen en mucha gente.