Alberto Matxain
IKUSMIRA

Hokoke damun fi oroke

El agro ribero vuelve a ser noticia. Lo fue en octubre por las vergonzantes declaraciones de UAGN contra la Renta Garantizada, 600 euros que este «sindicato» entiende como «un freno brutal a la hora de encontrar trabajadores». Volvió a serlo por dos operaciones policiales contra redes de trata y explotación laboral, cuyas víctimas eran 37 jornaleros portugueses en situación de vulnerabilidad.

Esta vez es noticia por la huelga de los trabajadores de Huerta de Peralta, en su mayoría migrantes norteafricanos que viven desde hace años en Nafarroa. Reivindican la readmisión de cuatro compañeros, un acuerdo sobre condiciones de trabajo y los 440.000 euros que la empresa les debe.

Esta es la realidad a la que la sociedad navarra lleva dando la espalda demasiado tiempo: miles de jornaleros, de «kellys», de «riders», etc., en su mayoría migrantes, trabajan ganando salarios muy bajos, a veces en condiciones de semiesclavitud. Es una vergüenza que debería indignar a toda la sociedad navarra.

La imagen de los trabajadores de Huerta de Peralta en lucha es nueva y se intuye la preocupación tanto entre los terratenientes sureños como en la derecha navarra. Esta alianza entre los explotados del campo y el sindicalismo combativo podría extenderse y generar algo completamente nuevo con un enorme potencial transformador.

Dónde y en la Ribera, feudo histórico de la derecha gracias a la eliminación física de la izquierda, de tantísimos trabajadores del campo. 82 años después las cunetas navarras laten con fuerza por los jornaleros del siglo XXI. Laten de esperanza nuestras cunetas y nuestros corazones.