Ingo NIEBEL
Colonia

LA AGRESIÓN A UN LÍDER DE LA AFD EN BREMEN AGITA EL PANORAMA POLÍTICO ALEMÁN

El ataque al jefe regional de la ultraderechista AfD y diputado del Bundestag, Frank Magnitz, ahonda la brecha entre éste y las demás formaciones. La agresión ha generado cierto automatismo a la hora de condenarla por parte de los partidos políticos e instituciones.

En Alemania el curso político ha arrancado con la agresión al presidente del comité regional de la AfD del estado ciudad de Bremen. Los hechos se produjeron el pasado lunes por la tarde, cuando Frank Magnitz, de 66 años, abandonó la recepción de un medio local.

El dirigente local fue hospitalizado en estado grave. Imágenes difundidas por la AfD le mostraban con un ojo hinchado y un corte que recorre la mayoría de la frente. El partido ultraderechista informó en un primer momento de que Magnitz había sido golpeado en la cabeza con un palo de madera, pero la Policía ha descartado esta hipótesis.

«Estamos trabajando bajo la presunción de que todas las heridas son atribuibles únicamente a la caída» que sufrió al ser atacado por los tres encapuchados, dijo el miércoles el portavoz de la Fiscalía de la ciudad, Frank Passade. El Ministerio Público ha difundido un vídeo del momento en el que se ve la agresión y cómo Magnitz cae al suelo pero no que sea golpeado con un palo. La investigación, que ha sido asumida por el Departamento de Delitos Políticos de la Policía Judicial, sigue abierta porque aún no se sabe quién y por qué agredió a Magnitz. Sin conocer estos datos, es imposible averiguar la motivación del o de los autores.

Hay especulaciones sobre si el agresor es un militante antifascista debido al perfil político de Magnitz y por el hecho de que la oficina de la AfD ya había sido atacada. Pero, también podría tratarse de un ataque sin móvil político alguno. «También puede haber sido un robo», afirma la propia víctima, según el diario conservador “Die Welt”, aunque, de momento, se descarta esta opción.

Dos obreros de la construcción que vieron lo sucedido llamaron a la Policía. Magnitz se halla hospitalizado, cuenta con protección policial y atiende a los medios.

Nada más hacerse pública la agresión –difundida por la propia AfD a través de un tuit con la foto de Magnitz en el hospital–, se ha producido cierto automatismo por parte de los demás partidos políticos e instituciones.

«Cualquier forma de violencia contra dirigentes políticos es un ataque contra nuestro Estado de Derecho», consideró el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, en una carta abierta dirigida al parlamentario. El portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, espera que se detenga pronto a los responsables. El político de los Verdes ecologistas, Cem Özdemir, remarcó en su cuenta de Twitter que «quien combate el odio con odio dejará ganar siempre al odio. #nazisfuera pero con los métodos de nuestro Estado de Derecho».

Con sus declaraciones atribuyen a este ataque motivaciones políticas e, indirectamente, apuntan la izquierda, descartando de antemano otras motivaciones que podrían ser de índole personal o que estar relacionadas con la lucha de la AfD contra otro grupo ultra por la hegemonía política en Bremen.

Ninguno de estos gestos llega a la AfD ni a sus simpatizantes que ya han teorizado que Magnitz es víctima de «los partidos tradicionales y de los medios», tal y como declaró la colíder de la AfD y diputada del Bundestag Alice Weidel en un tuit.

Presentarse como «víctima»

Magnitz habla de «intento de asesinato», los presidentes de la AfD, Jörg Meuthen y Alexander Gauland de «terroristas de izquierda» que «han puesto en práctica la permanente difamación de políticos y medios» en contra de su partido.

Presentarse como víctima del «sistema» y de su «prensa mentirosa» es la espina dorsal del discurso político de la AfD y de su espectro electoral, que en el este alemán supera el 20% en intención de voto.

Existe cierta ceguera e hipocresía respecto al uso de la violencia contra el enemigo político. En las manifestaciones del movimiento islamófobo Pegida, con el cual ha cerrado filas la AfD, se mostraban horcas con los nombres de la canciller Angela Merkel y otros políticos. Su candidato a ministro-presidente de Brandenburgo, Andreas Kalbitz, dijo sobre los integrantes del Mayo del 68: «Bailaremos sobre sus tumbas». La AfD se arroga el derecho a definir quién es alemán enarbolando el lema «nosotros somos el pueblo».

En este universo político paralelo, la llamada a la «resistencia» contra el «sistema», representado por Merkel, su Gran Coalición y los Verdes, pasa a veces de la palabra a los hechos. Si la AfD es la punta institucional de una lanza política e ideológica, el neonazismo es su violento extremo. En el reciente artículo «Cuando la violencia derechista se hace normalidad» el diario “Süddeutsche Zeitung” cita a fiscales del este alemán para quienes esa actitud agresiva «no es más que algo lamentablemente usual en el ámbito de denominadas actividades políticas».

Dado que la AfD alimenta la caza al extranjero es actor, y a veces víctima, en el nuevo escenario de violencia política en cuyo surgimiento ha colaborado.

 

El presidente de la afd en sajonia deja el partido y funda otra formación

El presidente de la AfD en el estado de Sajonia, Andre Poggenburg, dejó ayer el partido tras acusar a la formación de haber diluido sus propuestas por miedo al Gobierno. «La AfD ha dejado de ser una verdadera alternativa patriótica», declaró al diario “Die Welt”, donde anunció el nuevo nombre de su partido: Alzáos, Patriotas Alemanes-Alemania Central.

La AfD restó importancia a la fuga de Poggenburg. El copresidente del partido, Alexander Gauland, dijo que es «improbable» que alguien «quiera acompañar a un individuo en su viaje desde un escaño en el Parlamento hasta la irrelevancia política».GARA