Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Astérix: El secreto de la poción mágica»

La marmita interminable

La nueva entrega en formato de animación tridimensional de la saga “Astérix y Obélix” prolonga las buenas espectativas que despertó hace cuatro años “La residencia de los dioses”, dirigida por Alexandre Astier y Louis Clichy.

El paso de los personajes de carne y hueso a la animación digital tuvo en el citado filme la excelente piedra de toque para encontrar un nuevo cauce creativo orquestado para los irreductibles galos imaginados por Uderzo y Goscinny. Un paso que resultó obligatorio debido al errático rumbo que había adquirido una franquicia cinematográfica en la que únicamente podría ser destacada la primera entrega (“Astérix y Obélix contra César”) y gracias a las excelentes interpretaciones brindadas por Christian Clavier y sobre todo Gérard Depardieu.

En esta ocasión, y centrándonos en lo que ha dado de sí “Astérix: El secreto de la poción mágica”, topamos con un proyecto que elude en todo momento los peligros de intentar llevar a cabo algo ajeno al consabido imaginario original y se limita –que no es poco– a exprimir al máximo todos y cada uno de sus elementos más reconocibles de una trama consabida pero muy efectiva.

Todo ello queda representado en el reencuentro con los sufridos piratas condenados a su eterno naufragio, las castigadas legiones romanas o los constantes quebraderos de cabeza que padece Julio César por culpa de los alocados galos. En esta nueva propuesta filmada por Astier y Clichy también se otorga protagonismo al druida Panorámix pero, sabedores de que toda la fuerza recae en Astérix y Obélix, la trama se nutre de múltiples gags elaborados a mayor gloria de la eterna pareja protagonista. Dinámica y divertida, esta apuesta permite a los conocedores de la saga original disfrutar de un paisaje ya conocido y, tal vez, seduzca a nuevas generaciones que todavía no han descubierto los originales de Uderzo y Goscinny.