Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Atardecer»

Una convulsión silente

Tras su apariencia de thriller de misterio, László Nemes repite el esquema que ya utilizó con mucha mayor fortuna en su anterior “El hijo de Saul” y dentro de un producto ampuloso que en realidad aporta menos de lo que supuestamente pretende.

Mediante una estética muy formal, de corte clásico y tendente a cierto estilo de cine de autor, “Atardecer” se convierte en un artificio sofisticado que se desarrolla en el Budapest de 1913. En este escenario tan sugerente como desaprovechado, topamos con la trastienda moral y decrépita de un agonizante imperio austro-húngaro. Muy pegada a una cámara incisiva también se asoma la protagonista, interpretada por una Juli Jakab sobre la cual recae todo el peso dramático.

Flaco favor le ha hecho el realizador a la actriz, porque los mimbres sobre los que se sustenta su personaje resultan muy endebles y poco perfilados. En realidad, todo en la película es una presunta suposición, jamás sabemos a ciencia cierta hacia dónde se dirige la protagonista en su viaje incierto hacia ninguna parte porque, en su declaración de intenciones, “Atardecer” trata de ser misteriosa y tan solo consigue ser excesivamente cerrada.

Nemes se sirve de muy pocos elementos y los maneja con cierto capricho con la intención de descolocar al espectador. Lo que puede resultar muy interesante si se utiliza en dosis muy medidas, termina por provocar en el patio de butacas una total desconexión con lo que está presenciando lo cual se agrava, como decía antes, por el escaso interés que despierta el personaje central.

El caos que emana de una situación social y política en plena ebullición jamás trasciende en el resultado, todo parece encaminado a que el espectador deba intuir esa convulsión en las entrañas de los personajes. Demasiado esfuerzo teniendo en cuenta las pocas pistas que se aportan desde la pantalla.