GARA
CIUDAD DE GUATEMALA

Cientos de personas vuelven a echarse a la carretera rumbo a EEUU

Igual que el pasado mes de octubre, caravanas formadas por migrantes centroamericanos se han puesto en marcha en los últimos días con el objetivo de llegar a EEUU, sabedores de que les aguarda un duro camino pero con la esperanza de alcanzar la meta y, con ella, una vida mejor.

A pesar de la dureza del camino, de los obstáculos que saben que les aguardan y de las amenazas de Donald Trump, cientos de migrantes latinoamericanos siguen engrosando nuevas caravanas con destino a Estados Unidos, a veces como goteo, a veces como riada. Así, el Instituto Guatemalteco de Migración registró ayer la entrada en el país de 1.701 hondureños y 107 salvadoreños, unos 350 menores de edad, que deben atravesar ese país en su éxodo al norte.

Los registros se realizaron en los pasos fronterizos de Agua Caliente y El Florido, en el oriental departamento de Chiquimula que colinda con Honduras, y en La Hachadura, en el departamento oriental de Jutiapa, limítrofe con El Salvador.

«De lo más peligrosa»

En paralelo, una caravana de unos doscientos salvadoreños, con abrigos y pocas provisiones, salió de la capital de San Salvador con igual rumbo, constataron periodistas de France Press. Los migrantes salieron caminando a primera hora de la mañana desde la plaza El Salvador del Mundo, en el oeste de la capital, vigilados por la policía. «Decidimos viajar porque aquí, por vivir en una zona de inseguridad, desconfían de uno y no le dan trabajo», declaró a AFP Franklin Martínez, de 34 años, acompañado de su pareja Zaraí y su hija Camila, de dos años. En octubre partieron de ese mismo lugar las primeras caravanas de salvadoreños compuestas por unas 3.000 personas, que se sumaron a miles procedentes de otros países centroamericanos.

La viceministra para los salvadoreños en el exterior, Liduvina Magarín, que se presentó en la plaza para ver a los migrantes, les advirtió de que inician «una travesía lo más peligrosa que se puedan imaginar», por la trata de personas y otros delitos a los que se exponen. «Impacta que lleven niños, sabemos lo que sufren», dijo Magarín, añadiendo que «la responsabilidad de los adultos es muy grande al llevar a sus niños. No deberían hacerlo». No parece sin embargo que estas palabras vayan a disuadirles de emprender el viaje.