Si es cierto que la moda es un factor muy importante hoy en la economía de un país habrá que tener muy en cuenta el futuro del Sr. Sánchez, el gran maniquí del socialismo. El Sr. Sánchez sabe que no levantará el nombre de España si no recurre a este lujo, ya que no pasará a la historia por su pensamiento.

Además, al socialismo le hunde tener dirigentes de una sobresaliente fealdad. Recordemos a Felipe González, a Alfonso Guerra o aquel extraño ministro que abría la puertas a patadas porque nunca lo pudo hacer con la cabeza.

La Segunda Internacional perdió ahí la batalla contra la Tercera, que contaba con una juventud bellísima, acrecida por aquel himno que entonábamos con heroísmo los alevines: «Somos los hijos de Lenin/ y a vuestro régimen feroz/ lograremos destruir/ con el martillo y con la hoz».

Yo desfilé con este himno cuando tenía ocho años y era un niño republicano. Lo hacía masticando un trozo de pan negro. La verdad es que no nos salió muy bien, pero aún esta por ver.

Es la hora de los maniquíes socialistas ¡Menudos trajes color agua luce Sánchez cuando baja de su formidable avión escoltado por dos azafatas que incluso me hacen dudar a mí, con noventa años!