José Ignacio Ansorena
Músico
KOLABORAZIOA

Los amigos de Sarriegi

Todos los años, cuando se acerca el día de San Sebastián, se me aparece el espíritu de Raimundo Sarriegi. Suele andar preocupado con el uso y abuso que hacemos de las melodías y cantos que creó con mejor intención. Intento consolarlo, pero no resulta tarea fácil, porque además de tener buen oído no es nada tonto.

Sarriegi tuvo muchos y buenos amigos. El más cercano quizá Eusebio Basurko, nacido en Orio, pero afincado en San Sebastián, donde fue director de la banda municipal de txistularis muchos años. Tuvieron una relación tan estrecha que Basurko puso a uno de sus hijos de nombre Raimundo y eligió a Sarriegi como padrino de bautismo. Este, en agradecimiento, dedicó varias piezas para banda de txistularis a padre e hijo.

Eusebio y su hermano Marcelino fueron músicos de gran nivel. Ambos dominaban instrumentos diversos: piano, flageolet… Marcelino se hizo famoso en Europa como concertista de flauta. Estudió en el Conservatorio de París, con el célebre Claude-Paul Taffanel –se le consideraba su alumno predilecto– y para muchos fue en aquellos años el mejor flautista de Europa. Recorrió el continente ofreciendo recitales y fue primer flauta solista de la orquesta de la Ópera París y de la del Teatro Real de Madrid. En una famosa foto aparecen los dos hermanos Basurko: Eusebio el primero por la izquierda, con txistu y tamboril, y Marcelino con el silbote, en tercer lugar. El gordito que interpreta la segunda voz de txistu era Julián Unanue, primo lejano de nuestra bisabuela materna Generosa. Quien figura como atabalero es Luis Castañeda, de la dinastía Xagar arbola y bisabuelo de la conocida mezzosoprano Ainhoa Zubillaga. Los cuatro buenos amigos de Sarriegi.

En San Sebastián a finales del siglo XIX y comienzos del XX, junto a Sarriegi, existía un nutrido grupo de artistas: Antonio Arzak, Ramón Artola, Pepe Artola, Rosario Artola, José Zapirain Txapillo, Fermín Imaz, José Antonio Santesteban, Serafín Baroja, Norberto Luzuriaga Luxu, Marcelino Soroa, Toribio Alzaga, Eugenio Gabilondo… Escritores, músicos, cantantes, bertsolaris, pintores y dibujantes, periodistas, actores… Algunos actuaban en todos los frentes, con diferentes opiniones y opciones político-religiosas. Todos, sin embargo, muy vascófilos y buenos amigos. En una ciudad de pocos habitantes, no cesaban en su actividad y llegaban a ofrecer productos artísticos de gran nivel en euskera y castellano. El recién nacido nacionalismo tuvo una faceta de purismo lingüístico que arrinconó un tanto la actividad literaria de este grupo y su recuerdo ha quedado algo apagado en nuestra pequeña historia.

Este año 2019, el 19 de setiembre, se cumplirán cien años del fallecimiento de Victoriano Iraola, amigo y frecuente colaborador de Sarriegi. Este pasaitarra, de San Juan, venido a San Sebastián desde niño, fue escritor y dibujante hábil, con gran sentido del humor y genio vivo. Escribió bertsos, poemas, obras de teatro, monólogos, libretos de zarzuela, muchas ilustraciones… Siempre con gran calidad. Su obra merece que se aproveche la efeméride para extender su conocimiento. Si lo hacemos, don Raimundo se alegrará y acaso sea capaz de perdonarnos los habituales destrozos que hacemos a cuenta de su trabajo musical. Seamos nosotros también amigos de Sarriegi.