Beñat ZALDUA
BARCELONA
Elkarrizketa
JULIà DE JòDAR
ESCRITOR, EXDIPUTADO DE LA CUP

«La defensa jurídica es limitada; si la calle no se articula, mal vamos»

¿Qué esperar del juicio que arranca el martes?

Para empezar, los ritmos los marca el Estado. Habrá un momento en el que se pueda atacar, pero eso no tumbará al tribunal; la defensa jurídica tiene unos límites y si la calle no crea un contrapoder frente al derecho penal de autor, pues lo tenemos mal. Será muy importante el ámbito internacional, pero para mí la clave es ver si aquí [en Catalunya] una masa crítica de centenares de miles de personas se moviliza de forma articulada, creando escenarios que no se esperan.

¿Es usted optimista sobre la articulación de este contrapoder?

No, yo soy pesimista.

¿Ayudaría un poco de unidad?

La unidad no se da porque cada uno hace sus cálculos, y eso lleva al camino del fracaso en relación al juicio.

En el Estado, sin embargo, en este asunto van todos a una...

El independentismo debe ir tomando nota de que el incremento de la lucha debe ir acompañado de una conciencia de que te enfrentas al Estado en peores condiciones que el 1-O, porque ellos ya han puesto en marcha toda la maquinaria, mientras que nosotros nos hemos replegado y nos hemos puesto a la defensiva.

La contraofensiva es absoluta.

La amenaza de que Catalunya construya un Estado es real, por eso no te pueden reconocer como nación; es otra cosa que también se debería acabar de entender de una vez. El independentismo no se dio cuenta de en qué medida ponía en peligro la estabilidad del Estado, y no calculó la reacción.

¿Pensó, en algún momento, que con tener razón bastaba?

El independentismo ha actuado mucho diciendo “tenemos la razón moral”, pensando que con esta cosa subjetiva era suficiente. Pero no funciona así, necesitas un elemento objetivo para que esa subjetividad se materialice, y eso se llama fuerza.

¿Darse cuenta de ello ha podido generar cierta parálisis?

Por un lado menospreciamos el poder del Estado para reprimir, pero por otro lado lo magnificamos, porque hay un punto a partir del cual no se puede reprimir más. No puedes reprimir a centenares de miles de personas indefinidamente, y eso no lo hemos sabido aprovechar cuando hemos tenido esta masa crítica de gente.

¿Por qué no se pudo?

En este país, el independentismo ha sido minoritario y criminalizado durante años, por lo que no ha podido crear liderazgos. Cuando la gente se hace independentista en masa, el independentismo clásico no tiene liderazgos que ofrecer. Y los líderes autonomistas, cuando encuentran tanta gente en la calle, no saben qué hacer. El 1-O algunos dirigentes desconfiaban de la gente en la calle, y eso es algo mortal en cualquier movimiento. Nos hemos quedado con una gente que no sabía dirigir masas y con unas masas que no tenían dirigentes propios.

Y sin embargo, es difícil explicar el 1-O sin esa conjunción entre dirigentes y masas, entre instituciones y calle.

Para mí, hay un equivoco. El 1-O es el grado máximo posible de equilibrio entre la calle y las instituciones, pero a partir de ese momento, ¿quién administraba la fuerza del 1-O y del 3-O? En ese momento, el movimiento se debería haber plantado y haber puesto a sus líderes al frente, pero claro, eso no se improvisa. Luego vinieron las elecciones del 21 de diciembre, donde el terreno te lo marca el Estado aunque tú luego ganes. Y se da esa escisión brutal entre la representación formal del 21 de diciembre, en la que el independentismo logró la mayoría, y la capacidad real de investir al presidente ganador.

ERC no quiso poner en riesgo al presidente del Parlament...

ERC se ha inventado la táctica de ampliar la base. Muy bien, pero si ampliar la base quiere decir ponerse de acuerdo con Comuns y si hace falta con PSC... es un error como una casa. Ampliar la base es ir a zonas de mayoría de Ciudadanos y ver qué política aplicas allá, y eso ahora no lo está haciendo nadie, ni la propia CUP. Y quieras o no, para cualquier cosa que quieras plantear de aquí en adelante, tienes que contar con que tienes un millón de votos de Ciudadanos.

En el otro lado, tenemos a Torra confiando en que el juicio abra una nueva ventana de oportunidad como la del 1-O.

Eso no ocurrirá. Yo creo que saldrá una especie de empate entre un sector que puede crear un nuevo liderazgo dentro del movimiento, y otro sector que se decantará hacia cierta concertación con el Estado, esperando condenas bajas. Puede quedar un movimiento relativamente dividido, algo que puede no ser malo del todo si ayuda a clarificar la situación. Porque no ha habido, realmente, una reflexión política profunda sobre lo ocurrido en el último año y medio, y eso te hace ir con una mano delante y otra detrás.