Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «La escuela de la vida»

Las ventajas de criarse en el medio rural

Nada más emotivo que el relato del regreso a casa de un viajero. Después de rodar tres filmes en plena naturaleza salvaje, recorriendo sucesivamente el Yukón, la Siberia Oriental y los Alpes, el cineasta y aventurero Nicolas Vanier recupera en su cuarta película el paisaje de su infancia. “Lécole buissonnière” (2017) es un homenaje a su abuelo y a los bosques de Sologne en los que se crió, y por ende al cine clásico francófono que en los años 30 respondía a una vocación naturalista más ligada a la vida rural, hoy en vías de desaparición. Esa auténtica reserva ecológica es el pulmón verde más cercano a París, y por dicho motivo el argumento basado en una novela de Jérôme Tonnerre arranca en la ciudad de la luz, con un niño huérfano que iba para urbanita a finales de la década de los 20, pero que al ser adoptado por un matrimonio de Sologne vivirá el periodo de entreguerras en un auténtico paraíso terrenal. Como todas las historias de orfandad y acogimiento familiar, la que nos ocupa también esconde algún que otro secreto del pasado y no escapa a la melodramatización folletinesca. Por suerte, siempre queda en un segundo término, gracias a que lo que prima es una transparente y vitalista narrativa de iniciación, en la mejor tradición literaria de Dickens o Twain, con sus dosis de aventura y aprendizaje hondamente entrañables. Los personajes asilvestrados están tan bien descritos dentro de su contexto histórico que no desentonarían en cualquier película nostálgica de Jean Becker. Una vez más François Cluzet nos conquista con su caracterización de furtivo de carácter gruñón, aunque a los ojos del pequeño protagonista aparece como el maestro en picaresca y supervivencia que le enseña las trampas para animales irracionales y racionales. Y ahí el título de la versión doblada no pinta nada, cobrando todo su sentido el de la original que alude al “absentismo escolar”. Porque hubo un tiempo en el que el conocimiento podía adquirirse al aire libre, sin necesidad de identificar a los animales mediante fichas de zoología. Paul es un prvilegiado que camina entre robledales, ciervos, garzas, comadrejas o salmones.