Mikel INSAUSTI
Crítico cinematográfico

Pueblo que canta

La vida está llena de momentos contradictorios, que te dejan sin saber con cuál quedarte, aunque siempre optamos por los buenos, sobre todo si son recientes. Cuando escribí la columna dedicada a la doble sesión paternofilial de Kresala con Juanmi Gutiérrez y Pello Gutiérrez, con sus respectivos documental “Baúles” y cortometraje “Zain”, no podía imaginar que aquello era una despedida. Un adiós a la figura paterna representativa y ejemplarizante de un cine honesto e independiente como ya no se hace.

A Juanmi, con el que debería haber sido más respetuoso por rango de edad, siempre le llamé Guti. Debió de ser una confianza que me tomé libremente por ser una persona sencilla y de gran sensibilidad social, con la que me cruzaba en todas partes debido a nuestras comunes aficiones al cine y a la música. Primero en los pasillos de Herri Irratia en Donostia, donde hacía el programa de folk y raíces “Pueblo que canta no morirá”.

Y si aprendí mucho de sus lecciones de antropología musical, qué no decir de su dominio del súper8, pues en el concurso de cine amateur que solía celebrarse en el salón de la Caja de Ahorros siempre ganaban los de Orereta, y si no era él, eran sus colegas Miguel Angel Quintana o Tatus Fombellida. El hombre no era de alardear, y eso que hizo el primer largometraje de ficción en euskara para niños y niñas, su “Balantzatxoa” del año 1978.