Aritz INTXUSTA

Un precedente de Altsasu que remarca la doble vara de medir

Una sentencia de conformidad deja en diez meses de prisión la agresión a una policía que le provocó lesiones que costaron más en sanar que las que recibió el teniente de la guardia civil en el bar Koxka. Pero la Audiencia Nacional juega con otras normas.

Las peticiones de 50 años o más que realizó la Fiscalía en el «caso Altsasu» desataron estupor e indignación. Una vez descartado el «terrorismo», la sentencia final, con penas de más de diez años y superiores por tanto al castigo por tenencia de explosivos, generaron una enorme sensación de desproporción en la sociedad. ¿Se habría llegado a una pena tan severa si el caso hubiera llevado una tramitación ordinaria en Iruñea, sin pasar por Madrid? Pues, según se desprende de un caso con importantes similitudes, es muy evidente que no.

La ambulancia llegó hasta la puerta del Koxka para recoger al teniente herido. Había sufrido rotura de tibia y peroné a la altura del tobillo derecho. No podía andar y necesitó de una intervención quirúrgica. Si se acude a la sentencia de Altsasu, se detalla que ese mismo día se le realizó «reducción y osteosíntesis con placa». El informe final «entiende que las lesiones padecidas curaron en 92 días, todos ellos impeditivos, de los que dos fueron hospitalarios». De todo ello le quedó un «perjuicio estético ligero».

El otro guardia civil implicado en la trifulca también salió con lesiones, pero de mucha menor gravedad. Un hematoma detrás de la oreja y otro en el muslo, así como «erosiones» en la espalda. Con posterioridad, se atribuyeron al incidente contracturas y una «lumbociática postraumática». Aun con todo, el sargento trabajó con normalidad durante días. Luego sí se cogió una baja.

Apenas dos meses antes de que esto sucediera, el 23 de junio de 2016, se produjo un incidente jurídicamente similar. Unos antidisturbios de la Policía española acudieron a una manifestación no comunicada en Mendillorri. Un joven sin antecedentes (como los de Altsasu) acabó dando un empujón a la agente 111.460. Se calificó, por tanto, como atentado contra la autoridad. El resultado de esta agresión fue que la policía se fracturó un hueso del codo (olécranon), el quinto metacarpiano y la falange proximal de la mano izquierda. También hubo que operarla de urgencia y dos veces, sufriendo un «perjuicio estético ligero» por las cicatrices de las operaciones en mano y codo. Estas fracturas tardaron en sanar 195 días, el doble que las del teniente. De hecho, no se curaron del todo y perdió movilidad.

Fiscalía y el agresor llegaron a una sentencia de conformidad que se emitió en enero. El joven fue condenado a un mes y medio de cárcel por las lesiones, otros seis meses por el delito de atentado y se le añadieron otros tres más por «desórdenes públicos» (por la protesta no comunicada). En suma, diez meses y medio cuyo cumplimiento queda en suspenso. Nadie fue a la cárcel.

El error de llevarlo a Madrid

El caso de Altsasu comenzó a tramitarse igual el de Mendillorri. En las declaraciones ante la juez de guardia de Iruñea, el fiscal no pidió medidas cautelares y los primeros detenidos se fueron para su casa. No había riesgo de fuga, porque tampoco estaba claro que alguien tuviera que ir a la cárcel por eso.

Una denuncia de Covite en Madrid por «terrorismo» –errónea según la primera sentencia– permitió que la jueza Carmen Lamela y el fiscal José Perals llevaran el caso con un rasero distinto. Hoy, tres de los jóvenes de Altsasu llevan 829 días presos (casi triplican la condena al joven de Mendillorri) y los demás, 260. Además de las consecuencias físicas de la trifulca, el tribunal les castigó por los traumas que generó la pelea a los guardias y sus parejas. Y por cada persona lesionada, los jóvenes de Altsasu fueron condenados a dos y tres años (máximo posible).

La revisión de la sentencia por lo sucedido en Altsasu se conocerá en breve, pues está en fase de redacción. Hay optimismo en que no resucitará el «terrorismo», pero el hecho de que sigan presos no apunta a una reducción considerable de las penas.