Agustín GOIKOETXEA
BILBO

Muñoz pasa el testigo a Lakuntza para afianzar un sindicato de contrapoder

El reloj biológico marca los relevos en las responsabilidades en ELA. A Txiki Muñoz le «toca decir adiós» y pasar el testigo a Mitxel Lakuntza para que profundice en un sindicalismo de contrapoder, «sin familia política» pero arropado por más de 100.000 afiliados. «Es la realidad la que te lleva al contrapoder y a confrontar, y a animar a la gente a que se organice», expuso el secretario general saliente, satisfecho de que atraigan a «jóvenes y muchas mujeres».

El Congreso Extraordinario del 5 de abril en el Kursaal donostiarra, bajo el lema ‘‘Indar betean’’, cerrará la etapa de algo más de once años de Txiki Muñoz al frente de ELA, marcada por una «crisis muy dura» que aún sigue sacudiendo a amplias capas de la sociedad.

Ayer, en Bilbo, el secretario general saliente ofreció su última rueda de prensa, en la que confirmó que el sindicalismo de contrapoder que han ido moldeando desde los tiempos de Jose Elorrieta sigue más vigente que nunca y no cabe sino fortalecerlo, tarea que corresponderá a Mitxel Lakuntza y su equipo. «Los que se van, se van y no son jarrones chinos», zanjó.

Entiende que su sucesor va a desempeñar la tarea como secretario general «a la perfección». Entre los retos que tendrá de afrontar, avanzó, se encuentra el de consolidar un sindicalismo de contrapoder que solo es legitimado por la clase trabajadora, no por gobiernos ni patronales, lo que «obliga a ser atrevido en los elementos de cambio organizativo».

Es lo que, destacó Muñoz, pasó al decidir acercarse a sectores precarizados como jóvenes y mujeres, que ayudan ahora a que ELA mantenga la edad media de la afiliación en los 43 años. «Hay mucho que hacer respecto a las reivindicaciones feministas», comentó.

Dibujó un escenario que valida el sindicalismo que practica la central: «No existe una sociedad democrática sin contrapoder, sin sindicalismo fuerte y sin huelga». «El reto mayúsculo es organizarse», añadió, confesando más tarde que se marcha «muy satisfecho» por la incorporación de jóvenes y mujeres a la organización.

A partir de abril, ELA mantendrá la línea estratégica marcada hace dos años en el congreso ordinario del Euskalduna, desarrollando sus potencialidades. «Es la realidad la que te lleva al contrapoder, a confrontar, a animar a la gente a que se organice. Esa opción –explicó Muñoz– no ha cambiado desde que estaba Elorrieta y no está en discusión en el sindicato de cara al futuro».

Mensaje a la izquierda política

Es la respuesta de ELA a las políticas neoliberales, que marcan la agenda, también, de las instituciones vascas. Txiki Muñoz lamentó que pese a que haya alternancia en los gobiernos, el neoliberalismo condiciona todo. Volvió a enviar un mensaje «a la izquierda política». «Parece que busca un centro político, que se desplaza cuando la derecha tira y, en consecuencia, toda la política en su conjunto se desplaza a la derecha», expuso, alertando de que «si esta foto se consolida, sería un drama».

Muñoz tampoco pasó por alto el auge del autoritarismo aunque aclaró que, «evidentemente, no es el mismo autoritarismo el de Trump, el de Bolsonaro, el de Salvini y el de Urkullu». «Aquí hay autoritarismo», enfatizó.

En relación al Ejecutivo de Lakua, el líder sindical lamentó que haya sido «imposible» normalizar relaciones, aunque lo hayan intentado, «porque solo aceptan relaciones clientelares». «Una cosa es que no estemos de acuerdo, como sindicato, con las políticas que el Gobierno hace, y otra es que el Gobierno, al que no le gusta la crítica que nuestra organización hace, tome decisiones con el boletín oficial para intentar neutralizar lo que ELA y otros sindicatos representamos», denunció.

Txiki Muñoz se refirió así al decreto de institucionalización del diálogo social, que plantea que «los acuerdos se pueden hacer con un 10% de la representación sindical». Comentó que su sindicato, con un 41% de la representación, «no tiene mayoría» ni «posición de veto», pero «un gobierno democrático debería respetar las reglas de juego» y aceptar las críticas a sus políticas sin «entrar como un elefante en un cacharrería, destrozando las reglas de juego democráticas en el ámbito sindical y social».

Sin cambios en la línea estratégica respecto a la acción sindical y la negociación colectiva, ELA debatirá en su congreso resoluciones en las que reafirma su compromiso con la transformación social, ecológica, feminista y democrática; otra para atacar en los sectores feminizados la precariedad; y una más en la que urge a seguir profundizando en la reclamación soberanista desde la izquierda.