Carlos GIL
YO NO ESTOY LOCA

Para anularla la llamaban loca 

Una mujer de hoy, una mujer normal, vive bajo el estigma de una frase que le acompaña desde su infancia: «estás loca». Una frase que le impregna carácter, desde el cabreo, que la ha convertido tras muchas frustraciones y situaciones desagradables en una mujer arisca, que no se sujeta a los convencionalismos, que no está dispuesta a mantener actitudes de sumisión, ni callarse ante las injusticias, sea en su casa, en su colegio, en la cola del médico o ante un descubrimiento de infidelidad de su marido, pillado infraganti.

Estamos ante un unipersonal de Fabio Rubiano –“Mosca”, “El vientre de la ballena”–, uno de los dramaturgos colombianos más incisivos, y se desgrana de una manera sencilla, divertida, unas circunstancias que encierran una crítica al trato despreciativo que implica esa insistencia al descalificar a una mujer que no hace otra cosa que sobreponerse a todas las circunstancias. Una frase que escuchamos con demasiada asiduidad y que encierra altas dosis de machismos.

Lenguaje directo, una interpretación muy orgánica de Marcela Valencia, que saca punta a todos los matices y deja claro el punto de vista y las críticas administrativas y de género, pero con la propensión a la comprensión y la diversión que alcanza notables cuotas de concienciación y denuncia.