Dabid LAZKANOITURBURU
Elkarrizketa
JAVIER MARTÍN
EXPERTO EN EL MAGREB

«Las protestas en Argelia revelan fisuras en el seno del poder»

Profundo conocedor de África del Norte y del conjunto de Oriente Medio tras una veintena de años como corresponsal en distintos países de la región, Javier Martín constituye una opinión de primera mano para analizar la actualidad y el futuro de las protestas en Argelia.

¿Cómo, cuándo y por qué ha estallado Argelia?

Nos tenemos que remontar a 2014. Ese año tuvieron lugar dos hechos decisivos. El primero fue el desplome del precio del barril de petróleo. Argelia es un país hiperdependiente del petróleo, que supone el 95% de sus exportaciones. No tiene industria y apenas agricultura, y entonces importaba la mayoría de los productos y mantenía la paz social a base de generosos subsidios a los productos de primera necesidad, incluida la vivienda. Aún así, tenía una gran reserva de divisas calculadas ese año en 178.000 millones de euros.

El régimen argelino creyó que el desplome del precio del barril era coyuntural y que se recuperaría enseguida. Y recurrieron a las reservas para mantener los subsidios y la paz social. Cinco años después, el precio del petróleo se ha estabilizado en un precio muy alejado de los deseos de Argelia, las reservas han descendido por debajo de los 90.000 millones de euros y el régimen ha tenido que imponer recortes y medidas de austeridad que han golpeado muy fuerte a las clases medias.

¿Y el segundo hecho crucial?

Fue la reelección de Bouteflika para un cuarto mandato. El presidente ya no estuvo presente siquiera en la campaña electoral. Su estado de salud, que ya era un misterio desde la úlcera que sufrió en 2005, se agravó en 2013 con un derrame cerebral. Desde entonces su presencia pública ha ido descendiendo a medida que crecían los rumores y las dudas sobre quien dirigía realmente el país.

¿Y el quién? ¿Quén lidera, protagoniza y, en su caso, participa en estas protestas?

Las protestas comenzaron hace un año en los estadios, con cánticos de los ultras radicales y enfrentamientos con la policía que llevaron incluso a suspender la liga. Esos jóvenes ultras fueron los que tomaron las calles el 22 de febrero. Con los días se han ido sumando estudiantes, políticos e intelectuales. Pero no hay una cabeza visible. Los equipos de fútbol pertenecen en Argelia a importantes empresarios muy ligados a los círculos del poder y al Ejército, que es el que controla el país desde la independencia en 1962. Los expertos apuntan que existe una fisura en el régimen y que son esos círculos en torno a Bouteflika los que están usando sus recursos para mantener sus intereses.

Los analistas venian advirtiendo de que Argelia era un monstruo dormido que podía estallar en cualquier momento. ¿Desde cuándo?

En las primaveras árabes ya hubo cierto descontento, sobre todo por contagio, pero el régimen estaba fuerte y fue capaz de controlarlo.

En la Primavera Árabe jóvenes argelinos salieron a la calle al calor de las protestas en Túnez pero las protestas se apagaron rápidamente. ¿Se impuso el miedo al fantasma de una nueva guerra civil?

La guerra civil está muy presente en Argelia. Acabó hace apenas 20 años y fue muy sangrienta. Pero muchos que salen a la calle son veinteañeros, nacidos en periodo de paz y su recuerdo proviene de su mayores. Y por ello el miedo les suena más lejano. Pero evidentemente, el recuerdo de la guerra civil desempeña todavía un papel muy importante en la sociedad argelina como elemento apaciguador y temido, y así se ha ocupado de recordarlo el Gobierno.

¿Donde están ahora los islamistas? ¿Es cierto de que, en aras a la reconciliación, Bouteflika les permitió que construyeran mezquitas y profundiuzaran en su labor de asistencia social y adoctrinamiento a ambio de que no se inmiscuyeran en política?

Argelia combate con eficacia el islamismo radical, que no ha desaparecido pero está arrinconado. Existe, además, un movimiento islamista autorizado que se opone al quinto mandato y apoya las protestas. Su presencia y peso político creció en las últimas elecciones legislativas.

¿Por qué Bouteflika lleva cinco años reinando sin gobernar? ¿No hay recambio o es que el régimen es incapaz de generar un consenso entre sus distintos actores e intereses para garantizar su supervivencia?

Existe un pulso por el poder como han demostrado las purgas en el seno del Ejército y los servicios secretos y de seguridad que se suceden desde 2015. La figura de Bouteflika es, además, muy poderosa e influyente, tanto que ha ensombrecido la aparición de una alternativa.

¿Cree que la suspensión de las elecciones y el anuncio de que Bouteflika no se presentará a su quinta reelección puede debilitar las protestas?

Es difícil de saber. La clave estará en como evolucionarán las protestas y la estrategia que elija el Gobierno para enfrentarlas.

¿Estamos ante una primavera argelina inconclusa que podría ser el germen de una nueva primavera árabe?

No, la «primavera árabe» fue marchitada por Europa, que prefirió a dictadores de nuevo cuño como Abdel Fatah al Sisi en Egipto a una posible «inestabilidad» que afecte a sus intereses en el Mediterráneo, y por la contrarrevolución impulsada por Arabia Saudí, que ha consolidado el conservadurismo en el mundo árabe-musulmán.

¿Cómo observan los actores de ese mundo cada vez más multipolar la crisis argelina?

Quizá el mayor problema que tengan los argelinos es que no existe ningún interés en Europa o EEUU en que se desestabilice Argelia, un país clave estratégicamente, y que se convierta en una nueva Libia. La costa argelina está a menos de 200 kilómetros de Europa, en particular de Almeria, y el gaseoducto que cruza el Mediterráneo y desemboca en España es crucial para el suministro de la UE. Para España, el gas argelino supone el 56% del que consume, principalmente la industria.