La calma regresó ayer a la Franja de Gaza después de que en la noche del jueves y en la madrugada de ayer Israel ejecutara un centenar de bombardeos en respuesta al lanzamiento de dos cohetes que activaron las alarmas en Tel Aviv. Esta escalada de tensión azuzó el fantasma de una nueva operación militar a gran escala contra este territorio palestino a tenor del momento de alto riesgo en el que se produjo, tras varias semanas de tensión y en plena campaña electoral israelí.

La comisión de la Gran Marcha del Retorno, convocante de las protestas que cada viernes se repiten en Gaza junto a la línea divisoria con Israel para pedir el derecho al retorno de los refugiados y protestar el bloqueo sobre la Franja, canceló las manifestaciones previstas para ayer «debido a la tensión».

La decisión, que según medios locales forma parte de un compromiso ante un alto el fuego entre las partes, se sumaba a los esfuerzos por desescalar la situación de la Yihad Islámica y Hamas, que negaron su responsabilidad, como también hizo el brazo armado de Hamas, las Brigadas Ezzedine al-Qassam.

El Ministerio gazatí del Interior emitió un inusual comunicado para condenar el disparo de cohetes por estar «fuera del consenso nacional y entre las facciones» palestinas, y advirtió de que «se tomarán medidas contra los que han violado» las instrucciones de no atacar.

Este gesto reforzaría la última versión sopesada por un oficial de Defensa israelí de que Hamas, al que Israel responsabiliza de cualquier violencia procedente del enclave, habría disparado los proyectiles por error, según el diario “Times of Israel”.

Crisis social

Al margen de la confrontación con el ocupante israelí, pero no con las consecuencias derivadas del bloqueo sobre la Franja de Gaza, cientos de personas se manifestaron por segundo día consecutivo en este territorio palestino para protestar contra la subida del coste de la vida.

Jóvenes y activistas digitales ha creado el movimiento «Queremos vivir» que llama a movilizaciones no politizadas para criticar la reciente subida de impuestos sobre decenas de bienes de consumo en Gaza y reclamar más oportunidades para sus más de dos millones de habitantes, entre los que la tasa de paro alcanza el 25% y con unos ingresos diarios por cápita que no superan los dos dólares. La que empieza a llamarse «la revolución de los hambrientos» convocó ayer a cientos de personas en la ciudad de Deir al-Balah, en la región central de Gaza.