Antonio ÁLVAREZ-SOLÍS
Periodista
AZKEN PUNTUA

El naufragio de Europa

Evidentemente Europa Unida, como ente político vivo y soberano, ha dejado de existir. La actual Europa Unida no es más que un vivero de intereses para cuatro países en que residen la mayor parte del puñado de dirigentes de una sociedad absolutamente controlada. Ni libertad ni democracia.

Mas hay que conservar la imagen de un poder político compartido en común por los diecisiete.

Y a eso inexistente hubo que revestirlo con una fórmula aparentemente democrática que encierra una falsedad repugnante: la política común y determinante de la Unión existe sobre el papel, pero tras esa afirmación solemne cada país miembro dispone de una justicia que puede revertir todo lo acordado en Bruselas.

A mí esta realidad me sugiere el gobierno de los jueces en Israel, un periodo sin reyes que duró cientos de años. Hubo jueces con un poder extraordinario como el de Deborah, que dictaba sus sentencias sentada bajo una palmera, hasta Sansón, del que no cabe decir nada que no se sepa.

España, que es la trapería del pasado, vive ahora este tipo de gobierno.

Las avanzadas decisiones de Bruselas sobre la libertad para los pueblos, a las que se acoge Catalunya, quedan anuladas por el juez Marchena, que opera como Deborah, aunque eso sí, sin el gasto que supone la palmera.