GARA
CHRISTCHURCH

El autor de la masacre actuó solo y envió su proclama a Jacinda Ardern

La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha declarado que Brenton Tarrant no adelantó coordenadas ni detalles de su inminente matanza que deja ya 50 muertos y 34 heridos, 12 en estado crítico, ha devastado Nueva Zelanda y ha encendido las alarmas globales ante el auge del supremacismo blanco.

Se van conociendo nuevos datos sobre el ataque contra dos mezquitas de Christchurch del pasado viernes, día para la oración comunitaria de los musulmanes. El autor de la masacre, el australiano Brenton Tarrant, que apareció el sábado ante el juez esposado, en uniforme carcelario y sonriendo, actuó solo. Las otras tres personas detenidas en un principio han sido puestas en libertad al comprobarse que no tuvieron ninguna participación en los hechos.

Por otra parte, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha confirmado que su oficina recibió una copia del manifiesto que escribió Tarrant, que ella misma ha leído cientos de extractos, pero que al recibirla minutos antes de que pasara a la acción y no hacer referencia al lugar y a los detalles del inminente ataque, no pudieron hacer nada. No obstante, ha defendido la profesionalidad de la Policía y ante las críticas sobre la tardanza en llegar a las mezquitas, ha declarado que los primeros policías llegaron en seis minutos y las unidades especiales en 10, y que el autor de la masacre fue detenido 36 minutos después de que realizara el primer disparo.

A primeras horas del día de ayer, el comisionado de la Policía neozelandesa informó que el balance de víctimas mortales ascendía ya a 50, muchos de los cuales eran refugiados o inmigrantes, mientras que los heridos hospitalizados eran 34, 12 de ellos en estado crítico, incluida una niña de 4 años que se debatía entre la vida y la muerte.

Por otra parte, crece la frustración entre las familias de los muertos que están desesperados por no poder enterrarlos cuanto antes, al ser este un principio fundamental del Islam. Normalmente entierran a los muertos no más tarde de las 24 horas de su fallecimiento pero en este caso, determinar la identidad y las causas de la muerte de las víctimas está llevando más tiempo. Las autoridades mostraron su voluntad de atender esas necesidades culturales y religiosas y de resolver este asunto cuanto más rápido y con mayor sensibilidad.

Inspirado por Breivnik

Tarrant, supremacista blanco muy activo en redes sociales que llevaba preparando el ataque durante meses, escribió un manifiesto para justificar sus actos, inspirándose en el manifiesto de 1.500 páginas que el noruego Anders Breivnik colgó en la red antes de matar a 77 personas en 2011. Cargado de referencias históricas (Batalla de Viena de 1683 contra los otomanos o el Sitio de Acre de 1189 durante las cruzadas cristianas para conquistar Jerusalén), en él habla de una invasión musulmana que está desplazando a los cristianos blancos, de la necesidad de intimidar e incluso eliminar físicamente a los musulmanes porque «el Islam no es una religión, sino una ideología para la dominación global».

Las alarmas se han encendido. Porque no se trata de un acto individual, sino del auge de una ideología global que tiene fuentes de financiación, personalidades mediáticas, grupos de base y políticos que la promueven.

Y lo más preocupante de todo es que muchas de esas personalidades y corrientes están estrechamente ligadas con la Administración de EEUU. De hecho, su presidente Donald Trump ha prohibido a ciudadanos de países musulmanes la entrada en EEUU solo por ser musulmanes, tuiteó que «creo que el Islam nos odia» y no tuvo reparos en mentir diciendo que los musulmanes del mundo celebraron con regocijo los atentados del 11S. No es casualidad, por tanto, que el autor de la masacre de Christchurch alabara a Trump «como un símbolo del renacimiento de la identidad blanca y de su propósito común».