El preso político del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) Zülküf Gezen, de 30 años, se suicidó el domingo en la prisión de Tekirdag para protestar por el aislamiento impuesto al líder kurdo, Abdullah Öcalan, encerrado desde hace años en la prisión de Imrali, en la que es el único reo.

El cuerpo de Gezen, condenado hace 12 años a cadena perpetua y que se encontraba en huelga de hambre para exigir que Öcalan pueda recibir visitas de sus abogados y familiares, fue secuestrado por la Policía para enterrarlo inmediatamente sin avisar a su familia, lo que suscitó protestas en redes sociales kurdas, que interpretaron este suicidio como un gesto heroico de reivindicación política.

Las fuerzas de seguridad emplearon ayer cañones de agua contra la multitud –incluidos parlamentarios del prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP)– que se dirigía al cementerio de Yenikoy para visitar su tumba y practicó varias detenciones.

Tras la actuación policial, se permitió el acceso al cementerio solo a los políticos, que realizaron una declaración a la prensa y posteriormente visitaron la casa de la familia de Gezen.

«Cada día pedimos que se eviten estas muertes, pero el Ministerio de Justicia hace oídos sordos a nuestras peticiones. Nuestro amigo Zülküf Gezen puso fin a su vida para protestar el aislamiento de Imrali», afirmó el miembro del Partido Democrático del Kurdistán (KDP) Gülistan Kiliç Koçyigit.

La Fiscalía de Tekirdag, en un comunicado, señaló que Gezen fue hallado al filo de la medianoche del sábado en el baño de su celda, ahorcado con un trozo de sábana. Añadió que su muerte no estaba relacionada con la huelga de hambre que mantienen cerca de un millar de personas, en gran parte presos, para exigir el fin de aislamiento de Öcalan.

El HDP afirmó el domingo por la noche en Twitter que Gezen «puso fin a su vida» para protestar contra el régimen de aislamiento al que está sometido Öcalan, que desde 1999 cumple cadena perpetua en la isla de Imrali, cerca de Estambul. Esta formación ha denunciado que las condiciones carcelarias del líder kurdo, de 69 años, no cumplen con los estándares establecidos en las leyes turcas.