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PARÍS

Las inversiones chinas en la UE, un «boom» entre tensiones y preocupación

China ha invertido al menos 145.000 millones de euros en Europa desde 2010, pero la tendencia se está revirtiendo mientras varios Estados están endureciendo las medidas para regular las adquisiciones del gigante asiático. En este contexto se produce la visita de Xi Jinping.

El presidente chino llegó a Italia el pasado jueves para iniciar una visita que muchos expertos consideran crucial en el devenir de las relaciones comerciales entre el país asiático y una Unión Europea que continúa dividida sobre la posición común a adoptar frente a Pekín.

Hoy mantendrá un encuentro muy especial en el Palacio del Elíseo con el presidente francés, Emmanuel Macron, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Xi y Macron ya mantuvieron una cena privada el domingo en Niza y ayer el mandatario francés recibió al chino en París, junto al Arco del Triunfo.

En todos los sectores

Totalizando 2.100 millones de euros en 2010, las inversiones directas de China en la Unión Europea ascendieron a 20.700 millones en 2015 y a 37.200 en 2016, según datos del gabinete de análisis estadounidense Rhodium Group. La tendencia ha cambiado, ya que en 2017 las inversiones se redujeron a 29.100 millones y en 2018 se quedaron en 17.300 (el 45% de ellas concentradas en Gran Bretaña, Alemania y el Estado francés).

Para los expertos, este repliegue refleja el mayor control de Pekín ante las adquisiciones consideradas «irracionales» de grupos empresariales chinos ya sobreendeudados, pero también el efecto de un marco regulatorio más estricto en Europa.

Son muchos los buques insignia que han pasado bajo pabellón chino: el grupo sueco Volvo Cars (automóvil), el italiano Pirelli (neumáticos), los franceses Club Med (turismo), St. Hubert (margarina) y Lanvin (moda), o los alemanes Kuka y KraussMaffei (máquina herramienta).

Desde el año 2000, el 60% de las inversiones chinas en Europa han llegado a través de grupos estratégicos controlados por el Gobierno de Pekín.

Avances hacia el este y el sur

Los países de Europa del Este apenas acogieron un 1,5% de las inversiones chinas en la UE el año pasado y la Europa del Sur, un 13%, según Rhodium. Pero son estas regiones las que se muestran especialmente benevolentes hacia Pekín.

El sábado pasado, Roma firmó un memorándum de entendimiento para integrarse en las Nuevas Rutas de la Seda, colosal proyecto de infraestructuras pilotado por China, al que ya se han sumado muchos estados europeos, como Grecia, Portugal, Hungría y Polonia.

Atenas cedió en 2016 su puerto del Pireo al gigante chino del comercio marítimo Cosco, que también controla las terminales de contenedores del puerto de Bilbo y del de València.

Portugal ha forjado estrechos lazos con Pekín a rebufo de la crisis financiera, recibiendo 6.000 millones de euros en capitales chinos, destinados a su principal banco privado, la aseguradora Felidade y el gestor de la red eléctrica (REN). Y Lisboa no se opuso a la opa lanzada por China Three Gorges sobre la eléctrica Energias de Portugal (EDP), primer grupo del país.

En la República Checa, una visita de Xi en 2016 selló las inversiones masivas de CEFC en los medios de comunicación, el transporte aéreo y un club de fútbol. Incluso, el patrón de CEFC, Ye Jianming, fue nombrado consejero del presidente checo, Milos Zeman.

Regresando a París, Macron y Xi tenían previsto abordar numerosos retos internacionales y bilaterales, con un orden del día que incluía la firma de acuerdos de cooperación y contratos comerciales por «miles de millones de euros», según indicaron fuentes del Elíseo a AFP.

Uno de esos contratos que se confirmó ayer fue el megapedido a Airbus de 290 aviones A320 y de 10 A350, destinados a compañías asociadas en el holding chino CASC, que el propio Macron anunció durante su visita a Pekín en enero del pasado año.

La UE endurece el tono

Por otro lado, el 14 de febrero, el Parlamento Europeo aprobó la creación de un instrumento de control de la inversión extranjera directa en la UE en sectores estratégicos (inteligencia artificial, telecoms, robótica...).

Impulsado inicialmente por el Estado francés, Alemania e Italia, preocupados al ver cómo grupos extranjeros hacen ofertas sobre tecnologías claves a menor costo y de forma considerada desleal, el texto fue adoptado a principios de marzo por los Estados miembros.

La Comisión Europea por sí misma no tendrá la posibilidad de bloquear una inversión de este tipo, pero catorce estados ya se han dotado de un dispositivo de filtro y las legislaciones estatales van endureciéndose.