Pablo Nabarro Lekanda «Patili»
Sortukide
KOLABORAZIOA

Eustopia

–Toc, toc.

–¿Quién es?

–La oportunidad.

–Mientes, la oportunidad solo llama una vez a la puerta.

Este es uno de esos aforismos o proverbios orientales con el que se suele obsequiar a los clientes de algunos restaurantes de comida asiática y está extraído de una película cuyo título no recuerdo y que viene a redundar en la idea de la exclusividad, unicidad y razón de ser de la oportunidad.

Uno de los sinos de los tiempos que nos toca vivir es sin duda el de la incertidumbre, ese estado de cosas en el que, como bien decía el cartel de la última campaña de Gure Esku para su importante acto en el Euskalduna: «cuando nada es seguro, todo es posible». Sucede, por ejemplo, con este largo e insufrible ciclo electoral, con el interminable bombardeo de encuestas que, lejos de ofrecer certezas, solo añaden nuevas incertidumbres. Ejemplo paradigmático de ello, la madre de todas las encuestas, la del CIS.

La volatilidad político-electoral es inherente a estos periodos de incertidumbre. Hay grandes bolsas de votantes que bascula a derecha o a la izquierda y de unas opciones a otras según el momento. Hace cuatro años, el fenómeno mediático electoral fue Podemos. Hoy es Vox.

Pero si hay algo que define las incertidumbres, las crisis, es su dualidad, su capacidad para generar riesgos y amenazas pero también oportunidades. Es cierto que hoy por hoy soy más visibles aquellas que estas. Nos amilanamos más ante los temores de un contagio de la ola reaccionaria que se expande por el mundo, especialmente en Europa, que estimularnos ante las posibilidades, por pequeñas que sean, que nos ofrecen las nuevas oportunidades.

Es una de las enfermedades que sufre la que podríamos definir como la izquierda huérfana en Hego Euskal Herria. Aquella que ha perdido referencias, a la que se le han derrumbado mitos y que, abrumada por el discurso distópico, se deja abatir por un pesimismo paralizante.

Otra es la que se refugia en la nostalgia de que cualquier tiempo pasado fue mejor cuando en realidad fue tan solo distinto, sin caer en la cuenta que la oportunidad está en aquellas nuevas utopías mas cercanas en el tiempo y en el espacio –microtopías– que también nos ayudan a la construcción de sociedades más justas y progresistas. Como decía Flaubert: «el futuro nos tortura, el pasado nos encadena. He aquí por qué se nos escapa el presente».

No hay crisis de las utopías, Euskal Herria es la utopía: Eustopia.

Oportunidades como las meigas en Galicia, haberlas, haylas. Las tenemos aquí y ahora para desenredar el verdadero nudo gordiano de la crisis sistémica del Estado español, haciendo que la dialéctica centro-periferia se sobreponga a la artificial dialéctica derecha-izquierda que se nos trata de imponer. No nos engañemos, el Ibex 35 no le teme ni a Sánchez ni a Iglesias, a los republicanismos soberanistas sí. Podemos tuvo su momento, su oportunidad y lamentablemente no la aprovechó (Acto I).

Más cerca, aquí en mi territorio, Araba, tenemos la oportunidad real de arrebatar al trifachito el parlamentario en juego. Aprovechémosla. Como me entusiasma también la posibilidad única y cercana de que una mujer soberanista, de izquierdas y feminista sea la próxima alcaldesa de Gasteiz (Acto II).

Y me seduce y me reconforta que tengamos la oportunidad de disputar la hegemonía a un PNV cada vez más vulnerable, inseguro y preocupado, no tanto por el posible cambio de relación de fuerzas en el centro, que lo está, sino por las explicaciones que se vería obligado a dar para justificar posibles componendas con esa otra posible mayoría si se diera el caso. Un PNV al que el paradigma de la gestión se le derrumba como un castillo de naipes (Acto III).