Aritz INTXUSTA
A los leones

Voxeadores

Decía Gallardón que para triunfar en política había que casarse con "ABC" y acostarse con "El País". Parece que ha pasado un eón desde aquello. El mundo político y comunicativo se ha transformado de pies a cabeza. La única que sigue incólume es Ana Rosa Quintana, quién sabe por qué. Será el bótox.

Ahora una entrevista o una exclusiva en un “gran periódico” (nótese la enorme ironía de estas comillas) no aporta gran cosa. El único modo de recabar atención es soltar barbaridades como puños y abrir debates estériles, que se sobreentendían muertos. Y en este escenario, destaca un tipo de político nuevo, que cabría denominar como voxeador. El voxeador se encisca con el mapa autonómico, la eutanasia y hasta el aborto. Sin reparo alguno. Léanse (o mejor, véanse) las declaraciones sobre que un feto debería generar un carné de familia numerosa que realizó la candidata del PP por Madrid. Díaz Ayuso es una voxeadora de libro.

Un voxeador busca percutir la opinión pública meando notoriamente fuera de tiesto. Y si, para ello, tienen que escarbar en el ideario ultraderechista, no tienen escrúpulo en enfangarse.

En estas elecciones nos estamos encontrando astracanadas y rebuznos sobre la mesa que, si los escucháramos con los ojos cerrados, sin ver quién los emite, las atribuiríamos de forma indubitada a un partido cavernario como Vox. Y sin embargo, no es así. Los voxeadores están en cualesquiera de los partidos de la derecha, buscando llamar la atención. Voxea Inés Arrimadas agitando lazos amarillos en el Parlamento de Catalunya, voxea Casado con el aborto y, por supuesto, voxea Abascal cuando pide armas para todos a lo yanki y cuando desata incidentes como los de ayer en Bilbo y Donostia. Hoy se suben al ring de Errenteria los púgiles Ribera y Sabater. Les han dejado el listón alto.

Las normas de esta campaña electoral las ha trazado un sádico sin corazón, un loco. Los líderes del trifachito parece que solo pueden triunfar sacando lo más oscuro y friki de sí mismos. Se han caído las caretas. La nota cómica es que todo tiene un regusto a aquel “Semáforo” de Narciso Ibáñez Serrador, que se sustentaba, asimismo, en la teoría de los 15 minutos de fama que defendía Warhol.

Con suerte quedarán los suficientes cuerdos como para que el tridente de la derecha no logre gobernar... al menos esta vez. Pero de esta mecánica electoral, a la larga, no puede salir nada bueno. Hay que salir corriendo y cerciorarse de que el último cierre la puerta y corra el pestillo.