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La oposición sudanesa y su débil unión ante los cantos de sirena de la transición

La oposición sudanesa afronta el reto de mostrarse unida tras 30 años de divisiones fomentadas por el derrocado presidente, Omar al-Bashir.

La Alianza por la Libertad y el Cambio (ALC), portavoz del movimiento de protesta que arrancó el 19 de diciembre, cuenta con tres patas, según el nonagenario periodista Mahjoub Mohamed Saleh, varias veces preso bajo el régimen de Al-Bashir.

Se trata de Nidaa el-Soudan, las Fuerzas del Consenso Nacional y, sobre todo, la Asociación de Profesionales Sudaneses (SPA), el grupo más numeroso y decisivo de la oposición.

Nidaa el-Soudan (La Llamada de Sudán) es una alianza liderada por el partido Al-Ouma, del exprimer ministro Sadk al-Mahdi, que volvió del exilio al calor de las protestas.

Las Fuerzas del Consenso Nacional incluyen al Partido Comunista Sudanés y al Partido Socialista panárabe Baath. Finalmente, el SPA, formado por jóvenes profesores de universidad, médicos e incluso ingenieros, es el más movilizado.

Todos ellos, en el seno de la ALC, exigen un gobierno civil, juzgar a Al-Bashir y la reestructuración del servicio de seguridad (NISS), acusado de reprimir las manifestaciones con resultado de decenas de muertos.

La semana pasada dimitió el jefe del NISS, Salah Gosh, y su antecesor en el cargo y encargado de negocios en EEUU, Mohamed Atta. Para el SPA no es suficiente y exige la disolución inmediata de la junta militar

Islamistas

El islam político, representado por el finado Hassan al-Tourabi y aliado de Al-Bashir y su Partido del Congreso Nacional (NCP) perderá influencia pero no desaparecerá. En las últimas semanas el islamista PCP se desmarcó del régimen y exigió investigar la represión.