Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «La llorona»

Sobresaltos poco inspirados

A raíz del gran éxito comercial que James Wan cosechó en 2013 con “Expediente Warren”, se instauró un universo en constante expansión denominado «Warrenverso» cuyas temáticas y criaturas son un juego de espejos penumbroso y distorsionados orquestados mediante spin offs y secuelas que giran en torno a la reinvención de los sucesos paranormales acontecidos en Amityville.

La Warner Bros., feliz con los suculentos réditos que está logrando con esta franquicia, ha apadrinado esta nueva entrega firmada por Michael Chaves. Mecánica y artificial, “La llorona” sacrifica todo el encanto folclórico que rodea a esta criatura condenada a vagar entre el cielo y el infierno y, sobre todo, echa por tierra la fuerza visual y sumamemente poderosa que asociamos a la cultura mexicana con la muerte. Si bien el prólogo nos ubica en este espacio, en el que asistimos a una secuencia familiar que deriva en locura cruenta, todo lo que se desarrolla a partir de aquí no es más que un refrito de situaciones ya vistas infinidad de veces y que apuestan por provocar el susto fácil entre el respetable público mediante el recurso de la aparición que sorprende a sus víctimas en el momento menos esperado.

Técnicamente irreprochable, sobre todo en lo relativo a su apropiada fotografía, la película transita sin riesgo por una senda ya visitada con anterioridad y en el que el efectismo de sus secuencias más impactantes tan solo logran paliar el aburrimiento que se instala en una historia que promete más de lo que finalmente aporta.

Otro elemento a tener presente es que se desaprovecha por completo las posibilidades de que sean los niños las víctimas de la maldición y no se explore en demasía la perspectiva infantil a la hora de abordar esos miedos que siempre aguardan bajo la cama o dentro de un armario cuya puerta siempre se encuentra entreabierta.