Iñaki Lekuona
Periodista
AZKEN PUNTUA

Nuestra pirámide

Al calor de los rescoldos de Notre Dame, un periodista bearnés lanzó una propuesta provocadora en un conocido semanario galo: ¿y si no se reconstruyera la cubierta y se abandonara el templo gótico hasta su ruina absoluta? Total, no sería el primer patrimonio del medievo sentenciado a convertirse en despojos de la Historia; ahí están, escribió, las “lenguas regionales”, catedrales caídas en el olvido como consecuencia de la política de desamparo que París ejecuta con alevosía. En la última puñalada, la república de Macron ha decidido pasarse por el arco del triunfo el contrato que obliga a París a computar anualmente el número de alumnos de las ikastolas y a sufragar los puestos de profesorado consiguientes. Y por segundo año consecutivo, Seaska se ha vuelto invisible ante los ojos del ministerio de Educación. Otra piedra más en el camino. Otra palabra incumplida más.

Y como sigue valiendo más la piedra que la palabra, se invertirán millones en reconstruir la principal iglesia de Francia para deleite del chauvinismo e idolatría del turismo, mientras que se seguirá condenando a la ruina total a esos otros patrimonios inmateriales que son tan antiguos o más que Notre Dame, pero al parecer nada valiosos. Como el euskara, que no será catedral pero que es nuestra pirámide milenaria. Vieja y vejada, pero aun en pie. Y ayer se sintió en Senpere.