Ane URKIRI ANSOLA
DONOSTIA
BALONMANO

Emotiva despedida

El Rocasa hizo sus deberes derrotando al Aula Valladolid y mantiene el liderato.

BERA BERA 38

LIBERBANK GIJÓN 21


Emoción y despedidas. Con esas dos palabras se puede resumir la tarde de ayer en Bidebieta. Que se jugase un partido de balonmano es casi anecdótico y más cuando tus opciones de alcanzar el liderato se han esfumado para el descanso.

Para entonces, Bera Bera derrotaba al Liberbank Gijón por 20-8 –«el mismo resultado que en la semifinal de Copa», recordó, de paso, Renata Arruda– y el Rocasa cumplía con su labor en Valladolid (2-12), para lamento de la afición donostiarra. 

Imanol Álvarez ya recalcó en la rueda de prensa previa al partido que sería «imperdonable» que perdiesen ellas y que el Rocasa fallase y, por ello, para evitar el disgusto, sus jugadoras se pusieron las pilas, con Arrojeria y Karsten liderando la ofensiva. Ambas terminaron el partido con seis goles y Arruda, que volvió a ser un muro bien escudado por la línea defensiva –jugase quien jugase– desesperó a las asturianas. Lafuente, entrenador rival, no hacía más que gritar «sigue, sigue» a sus jugadoras pero no había manera de encontrar huecos. La paciencia de Faria y la potencia de Palicio no fueron suficientes y solo consiguieron hacer tres goles en los primeros quince minutos. 

Celebración

Después del paso por los vestuarios, ya quedaba menos para el sentido homenaje y conscientes de ello, cada gol marcado por alguna jugadora que abandona el club el próximo curso fue celebrada con gran intensidad tanto por parte del banquillo como por parte de la grada de Bidebieta, que acabó el encuentro entonando la marcha de Donostia.

Los aplausos y los ánimos de los aficionados emocionaron a Zugarrondo, que disputó los últimos quince minutos del partido. La navarra no pudo contener la emoción y concluyó el encuentro entre lágrimas. Unas lágrimas que se les contagió a todas sus compañeras en cuanto empezó a sonar la txalaparta. 

El resultado puede que dé la sensación de que fue un partido cualquiera, pero no lo fue. Fue el último partido como local de un equipo que hizo historia en Europa y que ha ganado la Supercopa y la Copa. A falta de una jornada, todo hace indicar que las donostiarras tendrán que conformarse con ser subcampeonas de liga. Y no es poco.