I.B.
BILBO

Ugao da la espalda a Albert Rivera y a sus intentos de fracturar la convivencia

Los vecinos y vecinas de Ugao dejaron ayer claro que no están dispuestos a que nadie ni nada altere su convivencia, y mucho menos cuerpos extraños como el que hoy por hoy representa Ciudadanos en esa localidad.

Albert Rivera aterrizó a mediodía en el pequeño municipio de Hego Uribe con la excusa de que hace unos días se llevó a cabo una manifestación contra la detención de Josu Urrutikoetxea y con el objetivo indisimulado de rascar unos votos a cientos de kilómetros de distancia. Para ello llegó pertrechado de grandes dosis de descaro y acompañado de más cámaras que compañeros de partido. Y, claro está, de policías. Un montón y embozados.

Para cuando llegó la tropa naranja, en un microbús y alguna furgoneta, numerosas pancartas indicaban que sus integrantes no eran bien recibidos. “No queremos a los herederos de Franco en nuestro pueblo”, advertía una de ellas, que estaba rodeada de grandes lazos amarillos en solidaridad con los presos políticos catalanes. También había muchas ikurriñas visibles en los balcones. Y es que la víspera comerciantes, hosteleros y vecinos habían emplazado a dar respuesta «a la provocación de Rivera y sus colegas», cuya intención, valoraban, «es alterar la paz y la convivencia» de los ugaotarras.

«No sois bienvenidos»

En esa asamblea se propuso que los comerciantes bajaran sus persianas al paso de la kalejira ultra, que se hiciera lo mismo en las viviendas, y que se colocaran en los balcones «ikurriñas, enseñas locales y banderas reivindicativas» para «mostrar de modo pacífico nuestro rechazo a sus provocaciones». «La intención es darle la espalda a la comitiva a su paso», anunciaron, y cientos de personas así lo hicieron, dándose la vuelta mientras pasaba la veintena de integrantes de C’s. Antes, una nutrida concentración llevada a cabo en la Plaza del Ayuntamiento insistía en que “No sois bienvenidos”.

También se había propuesto, como forma de participar de la protesta, hacer ruido con cazuelas, silbatos y lo que fuese menester, y muchas personas se lo tomaron al pie de la letra. Sobre todo quienes activaron una sirena que hizo prácticamente imposible oír el discurso de Maite Pagazaurtundua y el de Rivera.

Cuentan que el político catalán dijo que «no nos habéis callado con tiros, no nos vais a callar con sirenas», pero lo cierto es que ninguno de los destinatarios le oyó, y mucho menos le escuchó. Tampoco es que tuviera mucho más que decir, y se dio por satisfecho con romper un cartel de apoyo a Urrutikoetxea y con mostrar otro de tamaño folio donde estaba escrito a mano «Dignidad y Justicia».

Una vez hecho esto, Rivera dio por acabada la hazaña y se marchó. Es improbable que vuelva a Ugao. Y es seguro que en Ugao no le van a echar en falta.