Víctor ESQUIROL
CRÍTICA «Elisa y Marcela»

El amor en tiempos de Isabel Coixet

La nueva película de Isabel Coixet (cuya carrera recibió un inesperado empujón con los Premios Goya conquistados a razón de “La librería”) es una producción de Netflix que está muy orgullosamente basada en hechos reales. En una historia, para ser más exactos, acaecida en Galicia a principios del siglo pasado. El titular de esta es, por lo menos, llamativo. A saber, se nos habla del único matrimonio entre dos mujeres oficiado por la Iglesia, en toda la historia española.

Tenemos pues los ingredientes de astucias y engaños típicos de la picaresca... reciclados, eso sí, por las inquietudes que han ido dando forma a la filmografía de esta directora catalana. “Elisa y Marcela” acaba reducida así, y desde la primera escena, en una película más de un corpus fílmico que, antes de aquellos premios de la Academia, olía a pura agonía. Coixet nos presenta la acción, los personajes y los escenarios a través de las fórmulas más desgastadas del culebrón televisivo. A nivel productivo toca hablar, una vez más, de las tremendas dificultades que tiene Netflix a la hora de sumar –verdadero– prestigio a sus propuestas.

Presentada en un blanco y negro muy mal fotografiado, “Elisa y Marcela” es un drama romántico marca de la casa, en el que cada frase, cada gesto y cada mirada están tan artificialmente afectados, que inevitablemente adormecen (hasta niveles peligrosamente cómicos) una historia que no debería tener nada de gracioso.

Isabel Coixet en su salsa o, para emplear la jerga al uso, en su «tinta de pulpo». La manera que tiene de moverse por las geografías del oeste de la Península Ibérica obedecen a un listado de tópicos que, por lo menos, incomoda en su constante repertorio de arquetipos galaico-portugueses. El resto, como ya se ha dicho, responde a esa sensibilidad exacerbada tan característica de la autora. A ese lirismo tan obvio, tan buscado, que a la fuerza se convierte en la más ridícula literalidad.