Isidro Esnaola
GUERRA COMERCIAL EEUU-CHINA

HUAWEI, EN EL PUNTO DE MIRA DE LA ADMINISTRACIÓN TRUMP

Una orden del presidente estadounidense, Donald Trump, ha llevado el conflicto comercial entre EEUU y China de los aranceles a las empresas. El objetivo ahora es debilitar a Huawei. La orden ha tenido la virtud de aclarar el panorama: lo que está en juego no es el comercio sino la lucha por la supremacía tecnológica.

El mundo se parece cada vez más al patio de una escuela, donde los conflictos entre mayores y más pequeños por jugar en una u otra cancha son habituales. Y los mayores suelen utilizar su superior fuerza para chantajear a los alevines, que se revuelven antes de ceder a la extorsión.

Pues bien, algo similar está ocurriendo entre las dos grandes potencias mundiales en la guerra comercial que mantienen. La semana pasada se dio un nuevo paso: el presidente estadounidense, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva en la que declaraba una emergencia nacional y prohibía a las compañías estadounidenses hacer negocios con empresas de países que supuestamente intentan espiarles. Esa orden no implicaba a la compañía china Huawei, que fue incluida posteriormente en la lista por el Departamento de Comercio estadounidense. A partir de ese decreto, la guerra comercial se ha convertido también en guerra informativa.

Los teletipos comenzaron a informar sobre la decisión de suspender el suministro a Huawei por parte de Google y otras grandes tecnológicas, básicamente fabricantes de procesadores, como Intel, Qualcomm, Xilinx Inc y Broadcom. Estas informaciones fueron difundidas por la agencia de noticias Bloomberg mientras que las empresas señaladas guardan silencio. Ni Alphabet, matriz de Google, ni otras empresas han hecho públicos comunicados al respecto. Los únicos comunicados publicados estos días han sido los de la compañía alemana Infineon y la japonesa Panasonic para desmentir que hubieran detenido el suministro a Huawei, tal y como habían difundido algunos medios. Enemistarse con un cliente importante no suele ser una política muy inteligente.

Lo que sí ha provocado esa decisión de la Administración estadounidense ha sido un aumento exponencial de las especulaciones y de las valoraciones de «expertos» sin ninguna base. La consultora Eurasia Group aseguraba que en caso de un cierre total de las relaciones comerciales, Huawei «no sobreviviría en su forma actual». Otros expertos y analistas hacen similares previsiones apocalípticas que las bajadas que sufren en bolsa esas compañías el primer día (el pasado lunes) vienen a refutar. La caída en la cotización de las empresas tecnológicas norteamericanas –la pérdida de un cliente importante es un duro golpe en la cuenta de resultados y los especuladores están para ganar dinero– y las nulas ganancias que experimentan sus directas competidoras enfrían los negros augurios.

Más allá de lo evidente

Tras el primer golpe llegaron las correcciones. Un día más tarde la Administración estadounidense concede una licencia temporal de 90 días que autoriza al fabricante chino a realizar las operaciones necesarias para el mantenimiento de las redes existentes, señalando, entre otros, a los «usuarios actuales» y a las «redes rurales de banda ancha». Al parecer se dieron cuenta de que Huawei, a pesar de ser el segundo proveedor mundial de telefonía móvil según la consultora IDC con una cuota de mercado de 19%, dedica gran parte de su negocio a las redes de comunicaciones. Y es precisamente en las futuras redes 5G en las que Huawei es líder.

Eurasia Group reconocía que uno de los objetivos era obligar a los europeos a dejar fuera de la instalación de las redes 5G a Huawei. El director de Bruegel, otro «tanque de pensamiento» europeo, Guntram Wolff, señaló que en caso de mayor presión «será muy difícil para la UE continuar trabajando con Huawei». Al final, resulta que todo lo que nos han contado sobre el libre comercio, la competitividad, la innovación... es falso y, como en el patio de la escuela, se recurre a la fuerza para doblegar voluntades.

En cualquier caso, las presiones continúan y el jueves pasado el diario coreano “Chosun Ilbo” informaba de que el Gobierno de Estados Unidos estaba presionando a Corea del Sur para no que utilizara productos de Huawei. Según el diario, un alto cargo del Departamento de Estado norteamericano habría presionado a la compañía coreana LG.

La elegancia china

En este contexto de guerra informativa, la elegancia la han puesto los responsables de la empresa china. El fundador y responsable ejecutivo del gigante tecnológico, Ren Zhengfei, señaló que estaban «muy agradecidos a las empresas estadounidenses» y que Huawei «no excluirá» los suministros procedentes de Estados Unidos. En cuanto a las consecuencias del corte de suministro, dijo que «no significa demasiado» porque están en condiciones de hacer chips «tan buenos» como los que compran, «aunque eso no significa que no vayamos a comprar los suyos», matizó. Además, agradeció a Google el hecho de «ofreciera soluciones potenciales» para afrontar la crisis.

Por otra parte, el ejecutivo de Huawei señaló que no cree que las restricciones afecten al despliegue de la tecnología 5G, en la que la firma aventaja en «dos o tres años» a sus competidores. Y a juzgar por el liderazgo que ostenta Huawei en patentes solicitadas, no parece que sea una bravuconada. Sorprendentemente, la segunda compañía que más peticiones de patentes hace, la china ZTE, fue multada por el Departamento de Comercio de Estados Unidos en 2017 acusada de exportar ilegalmente equipos a Corea del Norte e Irán.

Mientras tanto, el presidente chino, Xi Jinping, se limitó a visitar una planta de procesamiento de tierras raras en Ganzhou en compañía del negociador habitual de temas comerciales con Washington, el viceprimer ministro Liu He, en lo que ha sido interpretado como un sutil aviso de las medidas que podría tomar el Gobierno chino. La dependencia de Estados Unidos respecto a los suministros de estas materias primas es enorme: importa de China el 80% de estos materiales, que son fundamentales para la manufactura de productos de alta tecnología como teléfonos inteligentes o baterías.

Consecuencias de la batalla

Los efectos de la orden serán múltiples. En primer lugar está la pérdida de un cliente importante que afectará a la facturación, especialmente a las compañías que suministran microprocesadores. Y es que según la agencia Efe, Huawei compra el 28% del total mundial, por encima de la sueca Ericsson (27%) y la finlandesa Nokia (23%). En el caso de Google, las implicaciones son indirectas ya que sus productos son gratuitos pero, si la segunda mayor empresa de móviles del mundo deja de usar esos servicios, Google indirectamente perderá usuarios y, en consecuencia, ingresos por publicidad y por la venta de aplicaciones.

Para los usuarios chinos, sin embargo, no supondrá un gran cambio. Desde que en 2010 Google cesó la mayoría de sus actividades en China a raíz de los ataques a los usuarios de Gmail y los desacuerdos con el Gobierno de Pekín, los internautas de aquel país –el mayor de internet con 772 millones de usuarios, casi el triple que Estados Unidos, que cuenta con 287 millones según datos de 2017– disponen de sus propias aplicaciones: el buscador Baidú, el equivalente a Whatsapp WeChat, el correo electrónico Tencent QQ, videos Youku, etc. De la misma forma, mantendría otro tipo de servicios como los mapas, la música, los taxis DiDi, el comercio electrónico con Taobao, y Ele.me, aplicación para encargar comida.

Para el sistema operativo Android puede suponer un importante golpe, ya que la compañía china es también uno de sus principales desarrolladores. En una entrevista concedida al diario alemán “Die Welt”, el director de la división de consumo de Huawei, Richard Yu, desveló que cuenta con un sistema operativo de respaldo que entraría en funcionamiento en caso de que bloquearan su acceso al software estadounidense. «Por supuesto, preferimos trabajar con los ecosistemas de Google y Microsoft», añadió.

El mayor problema del veto estadounidense a Huawei es que a largo plazo conllevará una disociación de sistemas que hará incompatibles sus respectivas soluciones. «La incompatibilidad de tecnologías, regulaciones y estándares no cesará de crecer en términos mucho más amplios en el futuro, especialmente en el escenario de tensión comercial actual», opina la analista Alice Ekman sobre el alcance de esta nueva escaramuza en la guerra comercial.

Cuando el chantaje de los macarras –«no entras si no me das el bocata»– no da los resultados esperados –les hacen frente o juegan a otra cosa en otro sitio–, los chantajistas suelen terminar reculando.