Ingo NIEBEL
Elecciones europeas

El 26M ha cambiado el paisaje político de Alemania

La Gran Coalición de la canciller Angela Merkel (CDU) ha entrado en crisis por los malos resultados obtenidos por democristianos y socialdemócratas. Los Verdes se establecen como segunda fuerza para quedarse, mientras que la xenófoba AfD se convierte en la primera fuerza política en el este alemán. Die Linke se halla en la encrucijada.

Tal y como lo anunciaron los sondeos, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) sufrió una doble debacle en las elecciones europeas y en las regionales de Bremen. El 15,8% obtenido a nivel nacional marca un nuevo récord histórico y negativo desde la fundación de la República Federal de Alemania en 1949 y pone en cuestión la presidencia de Andrea Nahles. Ya en los días anteriores a la elección, los medios de comunicación informaron de que su antecesor, Martin Schulz, estaba tramando un «golpe» contra de ella.

El descontento es generalizado. «La coalición tiene fecha de caducidad» se leía el día después de la votación respecto a la reacción del ala izquierdista del SPD al nuevo desastre. Esta corriente no quiere que el SPD entre en la tercera edición de la Gran Coalición con Merkel porque de las dos anteriores el partido ya había salido diezmado.

Ahora evoca posiciones ecologistas y anticapitalistas que, si llegan a marcar el nuevo rumbo político, llevarían al conflicto con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Annegret Kramp-Karrenbauer y con ello al final de la denominada «GroKo» de Merkel.

Ante la presión recibida, Nahles se defiende atacando. Para el lunes ha convocado al grupo parlamentario para que elija su jefe o jefa. Ella se presentará de nuevo en esta votación que ha sido adelantada. Sin embargo, la cuestión real no es quién debe dirigir al partido dentro y fuera del parlamento sino ¿para qué se debe votar al SPD?

A Kramp-Karrenbauer, apodada AKK, actualmente no le va mucho mejor que a Nahles aunque la CDU solo bajó 7 puntos, al 28%, y no 11 como el SPD. Aún así, ha sido un mal inicio para AKK que quiere seguir a Merkel también en el cargo de canciller. No obstante, ahora su propio partido duda de si está cualificada para ello. Las dudas surgen sobre cómo ha gestionado AKK la campaña electoral y también por sus recientes comentarios respecto a un mayor control sobre la libertad de expresión.

El lunes, en su rueda de prensa, AKK criticó que unos días antes de las elecciones el youtuber Rezo, con varios millones de seguidores, lanzara su clip sobre «la destrucción de la CDU» llamando a no votarla. El partido no solo no supo como responder sino que incluso hizo el ridículo al no publicar el clip de respuesta que había mandado a hacer a su diputado más joven.

Otros 70 youtubers respaldaron a Rezo diciendo que no se debería votar ni a la CDU ni al SPD ni a la AfD. A raíz de ello AKK se expresó de tal manera que dio a entender que quería recortar la libertad de expresión en los días anteriores a una elección. «No entiende ni internet ni la juventud» es la tónica de la crítica que corre por las redes sociales.

Más allá de estos problemas, el vicejefe del grupo parlamentario de la CDU, Carsten Linnemann dijo a la prensa: «Si no avanzamos con el SPD, debemos sacar cuentas y preguntarnos si aún tiene sentido seguir con la Gran Coalición». El dilema político que la CDU sigue arrastrando es que desde 2005 y con Merkel de canciller no soluciona los problemas sino que los administra, ante todo junto con el SPD.

A ello se añade el problema estratégico para los dos partidos de que con los Verdes les ha surgido un competidor que les gana en todos los grupos de edad, incluidos los sexagenarios. De ahí se explica por qué millones de votantes se han inclinado hacia los ecologistas, dejando de votar al SPD y a la CDU. Así los Verdes duplicaron su resultado de hace un lustro, llegando a ser la segunda fuerza política con más del 20% de los votos. A partir de ahora podría ser que en un futuro no tan lejano un miembro de los Verdes sea canciller de Alemania.

Esta opción implica que el partido ecologista se prepare para todas las eventualidades. Una sería formar un bipartito con la CDU, siendo el socio minoritario, o poniendo el o la canciller en un tripartito con el SPD y el partido socialista Die Linke (La Izquierda).

Este último ha bajado dos puntos en las europeas, terminando en el 5,5%. El mal resultado ha abierto de nuevo el debate entre las dos alas, la que apuesta por una marcada política izquierdista –contra el SPD, por ejemplo– y el otro que aspira entrar en un tripartito con el SPD y Verdes, tal y como existe ya en Berlín a nivel regional.

Este ejemplo se podría repetir en Bremen donde el derrotado SPD o forma gobierno con la ganadora CDU o con los Verdes y Die Linke. En la ciudad portuaria los socialistas subieron al 12%, siendo la cuarta fuerza política por delante de la xenófoba Alternativa para Alemania (AfD).

El partido ultraderechista pudo subir más de tres puntos, superando el 11%, en comparación con los resultados de hace un lustro pero se quedó dos puntos por debajo del resultado obtenido en las generales de 2017. Sin embargo, es actualmente la primera fuerza política en Brandenburgo y Sajonia, donde se celebrarán comicios en otoño.

Aunque ganar no significa gobernar, el auge de la AfD en el este y de los Verdes en el oeste indica una creciente polarización política en Alemania.