Jaime IGLESIAS
MADRID
Elkarrizketa
CAMILLE VIDAL-NAQUET
CINEASTA

«No creo que el cine deba explicar las cosas sino, simplemente, mostrarlas»

Nacido en Nevers (Estado francés), en 1972, ha desarrollado una importante labor como cortometrajista y montador antes de debutar en el largometraje con «Sauvage», filme ambientado en el mundo de la prostitución masculina que narra la historia de un joven inadaptado. La película, que se estrena hoy, participó en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes y fue candidata al César a la Mejor Ópera Prima.

En “Sauvage”, Camille Vidal-Naquet ha tomado como referencia su experiencia, durante cerca de tres años, como voluntario en asociaciones que trabajan con jóvenes de la calle. Su mirada sobre la marginalidad está lejos de la condescendencia, pero también de esa sublimación de la miseria que caracteriza a un cierto tipo de cine social. En su narración caben los ecos de Pasolini y también del Fellini de “Las noches de Cabiria”.

Desde que estrenó su película el año pasado en Cannes, la mayoría de los comentarios que ha suscitado tienen que ver con la mirada que usted proyecta sobre ciertos ambientes marginales, pero, da la sensación de que, más allá de eso, lo que le interesa es ir a la esencia individual de un personaje muy concreto ¿es así?

Tienes toda la razón. En ningún momento pretendí llevar a cabo una aproximación al mundo de la prostitución masculina, al menos esa no fue la idea que me inspiró cuando empecé a trabajar en esta historia. Me interesaba, sobre todo, acometer el retrato de un joven que vive al margen de las convenciones, que rechaza integrarse en la sociedad. Eso le conduce, forzosamente a un escenario de marginalidad, pero, dentro de ese escenario, tampoco encaja, lo cual le condena a la exclusión. Pero si tuviera que definir la película, diría que es la historia de un joven enamorado y no correspondido. Su sufrimiento proviene de esa circunstancia, el mundo de la prostitución es, únicamente, un telón de fondo.

 

En todo caso, se trata de un marginado por voluntad propia ¿diría que ahí radica la singularidad del personaje?

Leo es alguien que vende todo salvo su capacidad para elegir lo que quiere. En la película vemos cómo se cierra sistemáticamente a la posibilidad de que otros decidan por él lo que le conviene, no lo logran ni sus clientes, ni su mejor amigo ni los médicos, ni aquellos que buscan protegerle sacándole de esos ambientes de marginalidad. Esa libertad para vivir sin tener que rendir cuentas a nadie es la que define al personaje y, en cierto modo la película. En ningún momento he querido juzgar las pertinencia de las decisiones que toma el protagonista o si su modo de vida es malo o es bueno, me basta saber que es el que él ha elegido.

 

¿Y no cree que eso puede generar distancia en el espectador?

No es fácil empatizar con un perfil de estas características. Eso debería determinarlo el público, pero yo creo que no resulta tan difícil. Obviamente ninguno de nosotros conocemos de primera mano la realidad en la que desenvuelve este joven, pero todos, de una manera u otra, hemos sufrido por amor y yo creo que ese sentimiento es el que acerca el personaje al espectador, con independencia de que nos resulte difícil llegar a entender su conducta. Yo mismo he de confesar que no logro comprenderle del todo, pero no creo que el cine deba tener como objetivo explicar las cosas sino, simplemente, mostrarlas.

 

Otra opción de riesgo que usted asume en la representación de ese personaje es el contárnoslo desde el plano físico y no desde el psicológico, como si su personalidad quedase explicada a partir de su cuerpo ¿siempre tuvo claro ese enfoque?

Sí porque para Leo su cuerpo es su herramienta de trabajo, de ahí que lo haya filmado de manera tan despojada. Normalmente cuando vemos un cuerpo desnudo en la gran pantalla activamos ese componente voyerista que todos tenemos, pero yo no quería incitar ese tipo de miradas en el espectador porque las situaciones de intimidad que hay en la película forman parte de la rutina laboral de los personajes, no hay ningún erotismo en ellas.

 

Y sin embargo esa representación tan orgánica del personaje y de sus acciones han sido motivo de controversia ¿a qué lo atribuye?

Realmente no creo que la película haya generado tanta controversia, de hecho, yo pensaba que iba a suscitar más polémica. Muy pocas veces me he encontrado con personas que me hayan dicho que les ha chocado la desnudez de los cuerpos tal cual la muestro en la película. Puede que, durante los primeros minutos, sea algo que genere incomodidad en el espectador, pero según avanza la película pienso que se va asumiendo como un elemento de la narración. En todo caso lo que yo creo que puede llegar a perturbar no es el mostrar unos cuerpos desnudos como la ausencia de glamour y de sofisticación que hay en esa desnudez. Se trata de una desnudez provocada por una transacción comercial.

 

¿Cree que si en su película hubiera abordado el tema de la prostitución femenina en lugar de la masculina esa incomodidad en el espectador hubiera persistido?

Honestamente no lo sé, pero sí que es verdad que en el cine la desnudez masculina no se representa con la misma facilidad que la desnudez femenina. Pasa lo mismo con el tema de la prostitución, hay una cierta normalización y aceptación del fenómeno siempre que quienes ejerzan dicha profesión sean las mujeres. Sin embargo, con los hombres resulta más problemático hasta el punto de que hay espectadores que, en algunos de los debates que hemos tenido tras la proyección de la película, me han llegado a decir que esa realidad que muestro en el filme no existe, que la prostitución callejera es cosa de mujeres, que en ningún lugar del mundo hay hombres que se dediquen a hacer la calle.

 

Una vez tuvo claro que quería contar la historia de un joven inadaptado ¿por qué eligió este mundo para ambientarla?

Bueno, cuando supe que quería contar la historia de un chico que vive en la calle, me entrevisté con trabajadores sociales que, a su vez, me pusieron en contacto con ese mundo. Ellos me instaron a hacer un trabajo de campo sobre el terreno y fue así como comencé a colaborar como voluntario con distintas asociaciones que trabajaban con jóvenes marginales, muchos de los cuales se dedicaban a la prostitución. Estuve con ellos cerca de tres años y en ese período fui definiendo el guion y dando forma al proyecto.

 

¿Qué descubrió en ese proceso?

Sería muy complicado y muy largo explicar todo lo que fui descubriendo durante esos años en los que trabajé como voluntario. Por concretar, lo que más me llamó la atención es que en nuestras grandes ciudades aún existen zonas muy amplias donde todas aquellas normas y reglas de las que nos hemos dotado en aras de articular un marco de convivencia, no se aplican en lo más mínimo. Y no solo eso, sino que hay personas que viven en esas zonas que están totalmente desprotegidas en lo que se refiere a derechos sociales y eso los lleva a reafirmarse en su propia fuerza y en sus propias convicciones como mecanismo de supervivencia. Quizá por eso, entre todos esos jóvenes que viven en la calle haya un sentimiento de solidaridad tan arraigado, existe mucha calidez en la manera que tienen de relacionarse y eso me sorprendió mucho. También el hecho de que viven su vida sin juzgar a los demás, es decir, haciendo justo lo contrario de lo que tendemos a hacer quienes nos movemos en un ambiente más confortable y seguro.

 

¿Cómo fue el trabajo con los actores? Se les nota muy comprometidos con la película y me imagino que eso no es sencillo de lograr, sino que exige de una cierta negociación, sobre todo a la hora de instarles a usar su cuerpo como herramienta de interpretación.

No, no hubo negociación. En ese tipo de escenas que comentas el actor tiene que sentirse lo suficientemente implicado como para lanzarse a hacerlas y eso parte de un compromiso previo. La negociación queda supeditada a que los intérpretes se sientan cohibidos, inseguros o con dudas y eso siempre es una mala noticia. Yo he tenido la suerte de que mis actores entendieran, desde el primer momento, el tipo de trabajo que les estaba pidiendo y el tipo de película que quería hacer. Para ellos fue mucho más difícil desnudarse emocionalmente que físicamente porque eso les puso en riesgo de mostrar su vulnerabilidad.