EDITORIALA
EDITORIALA

Hacer lo necesario para no sentir luego vergüenza

Casi todos los condicionantes del sistema neoliberal –y quizás algunas de las más ancestrales predisposiciones humanas – empujan a que una gran parte de la ciudadanía vasca se identifique con la capitana Carola Rackete, arrestada en Lampedusa, y se desentienda de los tres migrantes que ayer fracasaron al intentar traspasar el muro del puerto de Bilbao para llegar a Gran Bretaña. Solo en el primer trimestre de este mes ha habido 259 intentos de saltar ese muro vasco. Casi nadie diría que la suerte de la joven alemana le resulta ajena y, sin embargo, la de los segundos, respecto a los que las administraciones vascas tienen una responsabilidad directa, solo conmueve a unos pocos y mueve a aún menos. Quizás no a tan pocos –ahí están los miles de voluntarios o iniciativas tan magníficas como el Aita Mari–, pero sin duda a menos personas de las que se requieren para conformar un sociedad realmente decente.

La relación entre un hecho y el otro es tan directa como incómoda. Se puede maquillar como se quiera, pero se trata de personas que huyen de situaciones críticas, que buscan un futuro mejor, lo que en muchos casos consiste en reunirse con su familia. Se enfrentan a administraciones que se abstraen de esta realidad y vulneran derechos a sabiendas. No es tan difícil de ver, aunque escueza.

Hay una relación tan directa entre estos dos hechos que ocurren con el lapso de un día y entre el Mediterráneo y el Cantábrico como la que existe entre las revueltas de Stonewall hace cincuenta años en Nueva York y el desfile por la igualdad en el Alarde. El alcalde de Irun del PSE, José Antonio Santano, jamás aceptaría semejante relación. Pero gracias al aniversario de aquella revuelta por la libertad sexual y la igualdad, al mirar atrás sorprenden por igual la valentía de unas personas y la desidia de quienes se desentendieron de los derechos de sus semejantes. Un nexo liberador se lo contaba Rackete a la periodista Ane Irazabal: «en el futuro no quiero sentir vergüenza de mí misma».