Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Wild Rose»

La realización de la mujer y la conciliación familiar

La ascendente cantante y actriz irlandesa Jessie Buckley, de entre las muchas películas que tiene pendiente de estreno, participa en un biopic de Hollywood sobre Judy Garland. Y viene muy al caso, porque en la previa “Wild Rose” (2018), donde es absoluta protagonista, demuestra que para saber cantar hay que saber interpretar, y ella domina las dos facetas por igual. Con su voz rasgada aporta un sentimiento de amargura que nace de su dura historia personal, en consonancia con una película que es un drama musical. Y ya se sabe que las letras de country cantadas por mujeres cuentan la dificultad derivada de tener que moverse en un universo dominado por los hombres. No es fácil emular a la mítica Patsy Kline, y menos si se ha nacido en Glasgow y nadie comparte tu sueño de viajar a Nashville.

El guion de Nicole Taylor aborda dos grandes temas, empezando por la dificultad que entraña albergar una determinada pasión en el lugar equivocado, habida cuenta de que a nuestra rosa salvaje le gusta un tipo de música foránea, por mucho que en su orígen el country tenga raíces folk escocesas.

El otro asunto espinoso para Rose-Lynn es el de la conciliación familiar, agravado por el hecho de que acaba de salir de la cárcel y lleva un localizador en el tobillo oculto dentro de sus altas botas vaqueras. La que se ha ocupado del cuidado de sus dos hijos pequeños es la abuela, la cual le reclama su responsabilidad materna. Así que esta madre soltera en libertad vigilada tendrá que trabajar de limpiadora, mientras el destino se empeña en darle la razón y colocarle en el camino de las oportunidades para el lucimiento artístico. Como titulaba Elio Petri en “La clase obrera va al paraiso” (1971) el proletariado también tiene derecho a saborear el éxito personal cuando se posee un talento innato, y esto es lo que hace el cine social británico que concede su recompensa a quienes se esfuerzan en desarrollarse.