Ramón SOLA
TRACA FINAL, DE LA MAÑANA A LA NOCHE

POBRES DE TODOS TRAS UN APOTEÓSICO FIN, INTERGENERACIONAL Y MULTICULTURAL

EL 6 ES EXPLOSIVO; EL 14, EMOTIVO. DESDE LOS ABRAZOS DE QUIENES DESPIDEN EL CICLO DE ENCIERROS A LAS LÁGRIMAS DEL POBRE DE MÍ DISCURRE UN TOBOGÁN QUE INCLUYE LA MELANCÓLICA DESPEDIDA A GIGANTES Y KILIKIS, LA COLORIDA KALEJIRA DE LAS CULTURAS O EL CLÍMAX DEL RUEDO.

Las despedidas siempre son tristes, pero las de sanfermines tienen una belleza especial. La profunda pena por el fin de la diversión (preludio del síndrome de abstinencia de hoy 15) se combate con el intento desesperado de estirar la parranda todo lo posible, al menos hasta el Encierro de la Villavesa.

Y si en Iruñea la fiesta no para en 24 horas, también el adiós dura un día entero. Comienza tras pasar los Miura por Estafeta, cuando los supervivientes que minutos antes del encierro se besaban deseándose suerte se abrazan ahora con fuerza, sabiendo que en general no se verán hasta el 7 de julio de 2020.

Esos abrazos resultan mucho más tiernos que la fría retirada del vallado. Su colocación a principios de junio es el síntoma ilusionante de que llegan Sanfermines y su retirada confirma que esto toca a su fin. Los carpinteros de Hermanos Aldaz de Gares aceleran la operación, como si quisieran pasar el mal trago cuanto antes.

En un di-da se llevan a hombros los 900 postes, 2.700 tablones, 2.500 cuñas y 70 puertas, un mecano que habrá que revisar ahora para proceder a las reparaciones necesarias; en torno a un 2% de los piezas. Hay un año entero para esa labor, que visto desde el prisma de hoy parece una eternidad. Y es que el «ya falta menos» no supone consuelo cuando en los relojes de Estafeta la cuenta atrás marca 356 días y falta medio año para comenzar la escalera del «1 de enero, 2 de febrero...»

Txikis y mayores

Los mayores saben por experiencia que el tiempo pasará más rápido de lo que hoy creemos. Pero para los txikis esos 356 días son una inmensidad, que solo se alivia pensando que los gigantes y cabezudos volverán a pisar la calle allá por San Fermin Txikito, a finales de setiembre.

«Erraldoiak dantzan daude/ kilikiak jotzen/ goazen guztiok festara/ mugitu zaitezte». La despedida diaria con La Polonesa humedeció muchos ojos ayer en la Plaza Consistorial, pasadas ya las 14.00. Braulia y Caravinagre, reina y rey entre los reyes, lo habían dado todo minutos antes.

Como lo ha dado La Pamplonesa, que fue homenajeada en el acto para cerrar un centenario impresionante, iniciado con la ronda de conciertos de mayo y junio y rematado con el lanzamiento del cohete.

Para los mayores, antes del Pobre de Mí de medianoche el fin de fiesta más emotivo es el que se produce en el ruedo de la Plaza de Toros. No es un evento para taurinos, sino de puertas abiertas. Eran casi las 21.00 y el sol iba cayendo cuando miles de personas accedieron al ruedo por el patio de caballos o entrando a los tendidos y saltando de ahí a la arena para cantar ‘‘Riau-riau’’, ‘‘Ikusi mendizaleak’’ y otras míticas coplas sanfermineras, en un ambiente de confraternización irrepetible.

Las protagonistas del acto son las txarangas de las peñas, que han puesto banda sonora a las fiestas junto a La Pamplonesa desde el día 6 y todavía tenían trabajo hasta entrada la madrugada, porque la ronda posterior al Pobre de Mí por todo Alde Zaharra es otro «momentico» propicio para decir agur cantando y bailando.

Kalejira de las Culturas

A todo este repertorio clásico de despedida se sumó ayer, por tercera vez, una iniciativa multicultural a la que no ha costado echar raíces.

Es la Kalejira de las Culturas, un desfile festivo y diverso en el que ayer participaron nada menos que 62 asociaciones en representación de las comunidades que viven en Iruñea, cada una con sus trajes típicos y bailes tradicionales. Y con 1.000 raciones de macedonia de frutas como agasajo para quienes conviven todo el año con ellos y ellas.

Desde la calle Mayor, a las 18.00, animaron las calles grupos de personas que han llegado a Iruñea procedentes de países como Perú, Senegal, Bolivia, Venezuela, Argentina, Colombia, Nicaragua, Bulgaria, Ecuador, Ucrania, Mali o Nigeria, así como de entidades que trabajan en el ámbito de la diversidad cultural, la lucha contra la xenofobia, el racismo o por el cumplimiento efectivo de los derechos humanos.

No han sido unos Sanfermines cómodos para muchos de ellos. El recambio en el Ayuntamiento se ha traducido en represión policial para quienes otros años han podido echar las mantas al suelo y ofrecer sus productos sin tantas trabas.

En el otro lado de la moneda, no han pasado desaparcibidos ni el éxito del espacio del Parque de Anttoniutti, con food trucks y conciertos protagonizados por estos colectivos inmigrantes, ni tampoco el buen rollo general con los vendedores ambulantes en las áreas más populares de Alde Zaharra, como Recoletas. Aunque haya cambiado el Gobierno municipal, la Iruñea progresista y solidaria sigue... y crece.

...Y lo que queda

Esa corporación se había despedido por la mañana, en la Procesión de la Octava que fue más tranquila que la del día 7. Queda por ventilarse la resaca de las refriegas del chupinazo del 6, con una querella de EH Bildu por la actuación de la Policía Municipal contra la ikurriña a la que ha intentado contestar Carmen Alba (la exdelegada estatal, ahora concejala de Navarra Suma) con otra contra Joxe Abaurrea.

Y a la hora de cerrar estas líneas quedaban las dos tracas finales por excelencia: el Pobre de Mí con el que finaliza el programa oficial y el Encierro de la Villavesa con el que pondrá la guinda la juerga popular esta mañana a las 8.00.

Concluirán con ellos, esta vez sí, los últimos Sanfermines de la segunda década del siglo. Los de la vuelta de Enrique Maya y la cabalgada del Miura Rabanero, los de Rosalía y Gatibu, los de la riada de Tafalla que nos sacó del agujero negro sanferminero, los de los dos fines de semana entericos, los de las impertinentes monjas de Recoletas, los del ascenso de Osasuna, los de kalimotxos a 1.50 en Herri Sanferminak, los de La Pamplonesa al poder, los de la ridícula propaganda policial a caballo o en helicóptero, los de un gran exalcalde manteado en la calle y con café y puro en el tendido de sol, los del momento gore de un cuerno dentro de un brazo, los que no tuvieron noria ni vino dulce en Antoniutti pero sí salchichas de toro, los del Labrit lleno para ver jugar a las chicas... los Sanfermines siempre iguales pero siempre diferentes. Los que nos recuerdan lo bonito que es vivir.