Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Apollo 11»

Un gran paso para el género documental

La gran película que en su época no fue posible, cincuenta años después llega a la gran pantalla en forma de impactante documental. La Metro no terminó de cerrar el acuerdo con la NASA para la distribución comercial de las imágenes que plasmaban la llegada de una nave tripulada a la Luna, y es así como surgió la teoría conspirativa que defendía que todo había sido una teatralización, una farsa en la que las televisiones fueron las colaboradoras necesarias. Las retransmisiones en directo por aquel año de 1969 dejaban bastante que desear, y prueba de ello es el tipo de seguimiento pionero que se hizo, tal como queda constatado en “Apollo 11” (2019).

Las únicas locuciones que se escuchan durante el largometraje son las televisivas con Johnny Carson y compañía, porque en un gran acierto hay una renuncia expresa de la figura del narrador y de la, a menudo, molesta voz en off. Los audios originales y las imágenes guardadas en una caja fuerte del tiempo, a juzgar por lo bien conservadas que están, hablan por si solas, sin necesidad de manipulación alguna. De paso se eliminan la épica impostada y los discursos patrióticos subidos de tono, porque otras películas ya se han encargado de explicitar hasta la saciedad el contexto histórico y propagandístico de la Guerra Fría en el que se desarrolló la carrera espacial.

Tampoco se abusa del recurso de la animación, que se utiliza simplemente para los gráficos de las trayectorías y fases de acople y desacople. Imprescindibles para entender la función precisa del cohete Saturno V, el módulo Columbia y el modulo Lunar Eagle. Priman las explicaciones técnicas, aplicadas al trabajo de tres astronautas, concentrados en su trabajo durante la preparación y luego en plena misión. Eran la cara visible, pero detrás había toda una obra de ingeniería diseñada y puesta en practica por gente anónima. La historia no la escriben los héroes, sino los que viajan al espacio o los que hacen documentales.