Iñaki LEKUONA
Periodista
AZKEN PUNTUA

Cuestión de colores

En cuanto los fenecos alzaron la Copa de África en El Cairo, las calles de las grandes urbes del Hexágono se llenaron de aficionados festejando la victoria de la selección argelina en un mar de banderas blanquiverdes. Eran, en su mayoría, los hijos y nietas de los que, tras la guerra contra el Imperio colonial y la independencia, surcaron el Mediterráneo en busca de un futuro mejor en la antigua metrópoli, donde la mano de obra escaseaba en unas fábricas espoleadas por el crecimiento económico. Pero aquellos treinta años gloriosos dieron paso a la crisis de los 80, arrinconando la inmigración en unos suburbios desde donde siempre es difícil salir.

Por ello, porque la divisa liberté, égalité y fraternité escasea en esos barrios humildes, el sentimiento de pertenencia nacional es también pobre. Y en ese terreno de marginalidad no es extraño que afloren identidades foráneas como la argelina. Pero según una encuesta publicada ayer, casi la mitad de los franceses no lo entiende. Piensan, como el ultraconservador Dupont-Aignan, que si se sienten argelinos, lo mejor es que se vuelvan a Argelia.

Son los mismos que aplaudieron emocionados cuando miles de quebequeses salieron a la calle blandiendo la tricolor para celebrar el mundial que los de Didier Deschamps lograron en Rusia el año pasado. A ver si al final va a ser una cuestión de colores.