Los ciclos de progreso y retroceso se van sucediendo en la Historia y a todas luces nos encontramos en uno de regresión en el que Trump y los suyos han decidido expandir su cuota de poder abriendo fuego contra las libertades y los derechos económicos y sociales que nuestros predecesores fueron arrancando al Capital a costa de su sudor, de su sangre y en algunos casos de su vida.

Trump y los suyos, esos que se reunirán en pocos días en Biarritz, no dejan de disparar, y cada tiro conlleva un retroceso que nos interna en épocas que parecían superadas, en las que vuelven discursos y actitudes de machismo, racismo, supremacismo y otros istmos que separan la península pudiente del resto del continente humano en el que a algunos no nos va tan mal si nos comparamos con los que se ahogan en océanos de miseria.

Ha trascendido que un par de empresas labortanas han fabricado una tabla de surf recubierta de pan de oro a petición de uno de los vampiros del G7. Para el resto, ni pan ni oro. Sólo un circo repleto de payasos que se ríen de nosotros mientras hablan de progreso.

Bienvenidos a Guantánamo reza uno de los carteles que han colocado a las afueras de Biarritz para denunciar una ciudad bunkerizada. Pero la metáfora no es ésa, sino la de un edén al que sólo unos pocos privilegiados tienen acceso y en el que al resto se les recibe a tiros, a golpe de retroceso.