Antonio Alvarez-Solís
Periodista
AZKEN PUNTUA

Vuelven los piratas

He entretenido unas horas en recontar las medidas de secuestro dictadas por muchos Estados sobre bienes y personas que pertenecen a otras soberanías o nacionalidades. Detuve mi doméstica investigación pasadas unas horas porque la cifra de tales acciones es inmensa. El mundo ha regresado a tiempos en que la piratería constituía un negocio o actividad poco sorprendente. La diferencia entre aquella época y la actual estriba en que ahora tales acciones criminales se realizan y pregonan con una desvergüenza absoluta. Se cautivan inmigrantes, se capturan naves de todo tipo, se realizan secuestros bancarios, se altera el comercio, se procede a torturas con absoluta inmunidad y con una publicitad sonrojante. La libertad que costó tanto esfuerzo y sangre es hoy un despojo que agita con entusiasmo cualquier autoridad por elevada que sea. La vida humana no tiene ni siquiera precio. Se regala. Lo que me confunde es que se clame contra los violadores callejeros cuando la violación ocurre cada minuto en la cumbres públicas. Cuando yo era joven se decía en lenguaje popular que a los violadores sexuales había que caparlos. Ahora, a la vista de lo que he descrito sobre la desmoralización institucional con la aborrecible y desmedida piratería pública, habría que crear algo así como «Un Real Cuerpo de Capadores del Estado», con adición de un master para el ascenso de los más eficientes.