Los incendios en la Amazonía brasileña, que se expanden desde hace días a una velocidad vertiginosa, han alcanzado un nivel récord. Mientras su presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, insiste en minimizar el desastre y responsabilizar a la sequía y a las ONG enfadadas por su giro radical en la política medioambiental y el recorte de fondos decretado por el Gobierno, los expertos apuntan sin duda al avance de la deforestación como motor de la rápida propagación de las llamas. Los incendios son relativamente comunes en julio y agosto, pero la mayoría son provocados de forma intencionada por productores agrícolas y ganaderos con el fin de limpiar áreas para el cultivo y el pastoreo.

Densas nubes de humo provenientes de la Amazonía se extienden sobre importantes ciudades del mayor pulmón del planeta y llegan incluso a Sao Paulo, a miles de kilómetros.

Según el estatal Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales, que contabiliza los incendios mediante imágenes de satélite, los focos en todo el país en lo que va de este año superan en un 83% a los del mismo período de 2018. Precisó que entre el 1 de enero y el 18 de agosto se ha registrado 71. 497 focos y que un 52,5% se sitúan en la Amazonía.