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Trump llega conciliador tras elevar la tensión con China

Donald Trump llegó a Biarritz con un tono conciliador tras haber elevado la tensión comercial con China y haber amenazado, antes de emprender el viaje, con imponer aranceles al vino francés. Todo fueron sonrisas ante las cámaras, pero las diferencias se evidenciaron, por ejemplo, con un nuevo cruce de declaraciones entre Boris Johnson y Donald Tusk.

Un G7 de expectativas rebajadas, pero con importantes asuntos sobre la mesa como las tensiones comerciales abrió ayer su cumbre anual, en la que la división se mantiene pese a las buenas intenciones. El presidente de EEUU, Donald Trump, llegó conciliador a Biarritz, donde almorzó con su homólogo francés, Emmanuel Macron, con quien mantiene importantes diferencias aunque ambos se esforzaron en buscar un lenguaje amistoso y contenido. Según el estadounidense, que dijo de su anfitrión que «hemos sido amigos mucho tiempo», admitió que «discutimos de vez encuentro», pero «tenemos mucho en común».

Antes de emprender su viaje a la localidad vasca el viernes había reiterado su amenaza de imponer aranceles a las importaciones de vino francés en represalia por el impuesto francés a las grandes tecnológicas como Google, Apple, Facebook o Amazon, un asunto que lleva coleando varios meses.

El impuesto francés «no me gusta», afirmó Trump, ya que «no corresponde a Francia ponerles impuestos» a las tecnológicas, sino «a nosotros». Si París no cambia de idea «gravaremos su vino como nunca antes han visto», avisó.

El almuerzo fue calificado por El Elíseo de «excelente» y «muy productiva» y durante el mismo, según fuentes de la Presidencia francesa, hablaron de Irán, las tensiones comerciales, el impuesto digital francés, el cambio climático o la Amazonía, sobre los que discrepan.

Tal vez la política de Trump que dominará buena parte de las discusiones de los próximos dos días en esta cumbre es el agravamiento de la guerra comercial con China, que el viernes subió dos peldaños.

Primero, China anunció unos aranceles por valor de 75.000 millones de dólares en represalia a unas medidas previas de EEUU. Pero Trump respondió incrementando el volumen de dos tandas de aranceles anunciadas previamente, y que deben entrar en vigor en octubre, pero sobre todo dio la orden –aunque no parece tener poder legal para ello– de que las empresas estadounidenses presentes en China abandonen el país, lo que constituye una fuerte escalada en el tono, sobre todo tras referirse al presidente de China, Xi Jinping, como uno de los peores enemigos de EEUU.

Este agravamiento de la guerra comercial sino-estadounidense cayó como una losa al inicio de la cumbre, que tiene precisamente como uno de los temas principales de su agenda la desaceleración económica global causada en buena parte por los conflictos y tensiones del comercio internacional.

A vueltas con el Brexit

Pero si todo eran sonrisas ante las cámaras en la recepción oficial, esas no pudieron ocultar las divisiones entre sus miembros, que buscarán acercar posturas. Macron confía en que esta cumbre contribuya a la desescalada de las tensiones comerciales, avivadas por Trump en las horas previas.

Pero además de la imprevisibilidad de Trump, esta cumbre cuenta con otro elemento explosivo: el primer ministro británico, Boris Johnson, quien en su estreno contribuyó a polarizar las posturas en otro de los temas de la agenda, el Brexit.

Johnson se enzarzó en un intercambio de declaraciones con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en el que ambos trataron de responsabilizarse mutuamente si al final Reino Unido debe salir de la Unión Europea (UE) sin acuerdo.

Johnson, insistió en que Bruselas debe «librarse» de la «salvaguarda» irlandesa a fin de alcanzar un acuerdo para el Brexit, respondiendo a Tusk, quien previamente se había mostrado «dispuesto» a escuchar sus ideas en relación al divorcio «siempre que fueran operativas, realistas y aceptables para todos los Estados miembros, incluida Irlanda».