Soledad Galiana
Dublín
LA DERIVA dEL BREXIT

Johnson afronta además sendos fuegos en Escocia e Irlanda

El primer ministro británico, Boris Johnson, arrastra su estela de derrotas parlamentarias a Escocia, para acallar la tormenta de la dimisión de la líder del partido conservador escocés, Ruth Davidson. El lunes Johnson viajará a Dublín.

Ya lo advirtió Phillip Lee cuando abandonó los escaños conservadores para sentarse junto a la líder liberal Jo Swinson el pasado martes: el Gobierno de Johnson «se está infectando crecientemente de las enfermedades parejas del populismo y el nacionalismo inglés». Y aunque Londres siempre ha pecado de gobernar para el sur de Inglaterra, con Johnson al timón ya no queda duda de que el futuro de Escocia, Gales y el norte de Irlanda no son el centro de su preocupación.

Aunque la posibilidad de elecciones generales se disipa con el acuerdo de laboristas, liberales y nacionalistas escoceses y galeses de votar en contra o abstenerse en la votación del próximo lunes sobre la convocatoria de comicios anticipados, el todavía primer ministro, Boris Johnson, ha iniciado su propia campaña electoral y precisamente lo ha hecho en Escocia.

Escocia no ha sido nunca tierra de conservadores, con una larga tradición laborista y liberal que ha sido sustituida por doce años de Gobierno del Partido Nacionalista Escocés. Y ahora, quizás el partido conservador escocés tampoco sea lo que espera Johnson. La pasada semana, la líder de la formación en Escocia, Ruth Davidson, dimitió de su cargo. La oposición de Davidson a la salida de la Unión Europea fue clara durante la campaña del referéndum del 2016, pero ha sido la elección de Johnson y su decisión de salir de la UE con o sin acuerdo la que forzó su dimisión.

Según las encuestas, una elección este otoño le daría al SNP la oportunidad de recuperar los escaños perdidos en 2017, consiguiendo un 43% de los votos, e inyectar nueva vida en su campaña por la independencia de Escocia, con un 49% (un incremento de un 9%) de los votantes afirmando que apoyarían la salida del Reino Unido.

Aunque la República irlandesa siempre ha vivido en una burbuja de dependencia política y económica entre su pasado colonial con Gran Bretaña y su necesidad de inversiones estadounidenses, Dublín se ha reafirmado en su pertenencia a la UE por las políticas de sus socios tradicionales.

El desinterés expresado tanto por la administración británica como estadounidense por la estabilidad del proceso de paz y la economía se puede recoger en las declaraciones del vicepresidente de EEUU, Mike Pence, durante su visita a Irlanda a principios de semana. Mientras en el Parlamento británico se debatía el bloqueo al Brexit duro, Pence declaraba ante el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, su apoyo a Johnson. Claramente, Irlanda no puede esperar nada de la administración Trump. La posibilidad de un Brexit sin acuerdo es la que ahora se plantea el Gobierno de Dublín como la más posible, sobre todo después que el viceprimer ministro irlandés, Simon Coveney, y el Grupo de trabajo de la Comisión Europea desmintieran las declaraciones del Gobierno británico de que las negociaciones hacia un nuevo acuerdo estaban progresando. El mensaje general de la UE es que el Gobierno de Johnson no ha presentado ninguna propuesta concreta para reemplazar la salvaguarda para la frontera irlandesa.

La perspectiva de un Brexit duro (sin acuerdo) causaría una recesión económica en el norte de Irlanda, algo que desde Sinn Féin ha sido calificado como una prueba más de la «locura» que el DUP está intentando imponer en la isla. El portavoz del partido en la cuestión del Brexit, Chris Hazzard, apuntó a un nuevo informe del Instituto Fraser de Allander, que vaticina una contracción de al menos un 3% en la economía norirlandesa debido al Brexit, con los pronósticos más pesimistas apuntando a la pérdida de 40.000 empleos en una población de menos de un millón de personas.

Precisamente el DUP podría perder parte de su base de votantes por la oposición a una salida acordada que garantizara un estatuto especial para el norte de Irlanda, algo que apoyan tanto organizaciones empresariales como la federación de agricultores norirlandeses. Ambas pidieron al DUP que apoyara el Acuerdo de Salida presentado por Theresa May a principios de año. Pese a ello, el DUP se opuso al documento.

Ahora, las encuestas publicadas por Lucid Talk sugieren que el DUP podría correr el riesgo de perder varios escaños de producirse las elecciones generales que desea Johnson, con una fuga de votantes unionistas hacia el Partido de la Alianza, que defiende una linea clara de permanencia en la UE.

En Irlanda cobra fuerza la posibilidad de un referéndum. La diputada unionista independiente en Westminster Sylvia Hermon se muestra preocupada tanto por las consecuencias del Brexit sobre el proceso de paz –la Policía norirlandesa ya ha advertido de que se puede esperar un incremento en la militancia de los grupos disidentes republicanos– como por la posibilidad de un referéndum de autodeterminación que ella ve como seguro a corto plazo.