Mikel ZUBIMENDI
DONOSTIA

Biden se escuda en Obama frente a Warren y Sanders

El tercer debate de las primarias demócratas de las que saldrá el candidato que desafiará a Donald Trump en las elecciones de 2020 estuvo marcado por un ataque coordinado de Elizabeth Warren y Bernie Sanders a un Joe Biden que se parapetó en la figura de Obama. Biden no renegó del legado del expresidente y con su estrategia obligó a que otros se posicionaran al respecto, entre llamamientos a la unidad demócrata y a apuntar el fuego contra Trump.

En un formato apto para que el debate se convirtiera en un gallinero, con diez políticos compartiendo escenario durante horas con incontables temas a tratar, la tercera contienda entre los candidatos demócratas tuvo momentos de alta tensión pero también un tono más conciliador que el anterior al concentrar la dirección de sus ataques en la figura del presidente Donald Trump.

Celebrado en la Universidad del Sur de Texas, durante las tres horas que duró el debate se hizo muy presente y alargada la sombra del anterior presidente de EEUU, el afroamericano Barack Obama. Una pregunta básica animó el debate, apareció y reapareció en cada uno de los temas que trataban, fuese la sanidad, la inmigración, la política exterior o hasta cuánto debía virar el partido hacia la izquierda. A saber, la apuesta pasaba por tomar una decisión clara: o volver a las políticas que existían antes de la presidencia de Trump o ir mucho más lejos de lo que fue Obama.

El que fuera vicepresidente con Obama y ahora es el candidato mejor posicionado en las encuestas, Joe Biden, se mostró mucho más punzante y agresivo que en anteriores debates. Sanders y Warren le hacían el sandwich desde sus atriles, y ambos evitaron atacarse el uno al otro y centraron sus punzadas en el que fuera segundo en el Gabinete Obama. Y frente a la sanidad universal y gratuita que defienden Sanders y Warren, Biden apostó por el Obamacare y fue tajante al respecto: «Estuve ocho años con Obama, sigo estando con él, en lo bueno, en lo malo y en lo indiferente».

O’Rourke marca territorio

Bernie Sanders contratacó y recordó a Biden su apoyo a la guerra de Irak, cómo se tragó las mentiras de los neoconservadores de Bush y, por ello, mirando fijamente a la cámara, concluyó diciendo que nunca sería «un presidente de fiar».

Por otra parte, Beto O’Rourke, que ha cogido otro tono e ímpetu y que junto con Julián Castro debatían en campo propio, tuvo su momento de gloria al dirigirse, un mes después de la masacre en su ciudad natal de El Paso, a todas aquellas personas que poseen rifles de asalto y asegurarles que «voy a confiscar vuestros AR-15 y AK-47». Se ganó el aplauso entusiasta de la audiencia, pero no tardaron en llegarle vía redes sociales multitud de amenazas de muerte por su osada pretensión.

Obama, «ganador del debate»

Todos los candidatos hicieron piña en el ataque a Trump, del que dijeron de todo, desde que era un «racista» hasta que era un auténtico «inepto». Realizada ya la primera criba y a falta de los otros diez candidatos menores que ya han caído, no se vieron tantos intentos desesperados para acaparar la atención y se escucharon más llamamientos a la unidad del bando demócrata y a evitar ataques fraticidas. Particularmente en el caso de Sanders y Warren, fue evidente que se afanaron más en defender sus propuestas que en otra cosa.

Por paradójico que pueda parecer, como conclusión final podría decirse que el debate tuvo un claro ganador: Barack Obama. Tanto la senadora por California Kamala Harris como el tejano Julián Castro, y sobre todo Joe Biden, aplaudieron en numerosas ocasiones la labor de su administración. Algo que contrastó con lo que ocurrió en el segundo debate, en el que por momentos pareció que muchos candidatos renegaban públicamente del legado del último presidente demócrata.

Con un ojo puesto en las encuestas de ámbito nacional, y con dos en los estados

Las encuestas nacionales en EEUU dicen que Biden aventaja a los otros 19 aspirantes demócratas para poder enfrentarse a Trump. Y se ha abierto el juego de las conjeturas sobre si un candidato u otro tiene mayores posibilidades de vencer a Trump porque es hombre, mujer, negro, blanco, joven, viejo, centrista, izquierdista o todo junto. La realidad es que queda más de un año para las elecciones y hasta entonces puede pasar cualquier cosa.

En cuanto a la ventaja nacional de Biden, conviene recordar que en 2008 Hillary Clinton tenía un 45% de intención de voto frente a un desconocido Barack Hussein Obama, que rondaba el 27%, y el senador John Edwards, que contaba con el 15%. Pero llegaron las primarias de Iowa, las primeras de la carrera, y los resultados lo cambiaron todo. Ganó Obama y cambió por completo la contienda.

Hillary Clinton se recuperó en New Hampshire, las segundas primarias, y sucumbió en las siguientes de Carolina del Sur, el primero de los grandes estados donde el voto negro, el bloque más leal de votantes demócratas, es consecuente. Y ahí sí, ahí Biden aparece como un enemigo remarcable. Casi dos tercios de los electores negros mayores de 65 años lo apoyan. Entre los votantes negros aventaja notablemente a Sanders, con un 41% frente al 20%. Pero en 2008, Obama estaba detrás de Clinton entre esos votantes, hasta que llegó Iowa. M. Z.