EDITORIALA

El camino del PP vasco hacia la irrelevancia

El PP de la CAV celebra estos días una convención política en Gasteiz. La cita la fijó el presidente del partido, Alfonso Alonso, tras los batacazos electorales de primavera, cuando perdió toda representación en el Congreso. Con lo que no contaba entonces era con que las maquinarias electorales de los partidos fuesen a estar a pleno rendimiento, con una repetición electoral más que factible a la vuelta de la esquina.

Con esa maquinaria en marcha y, sobre todo, con la campaña de Pablo Casado para expandir la fórmula de Navarra Suma al Estado en plena vigencia, Alonso difícilmente logrará “centrar” el partido y sacarlo de lo que entiende como una deriva derechista perjudicial para el partido. Pero el problema no lo tiene solo con Madrid; la propia secretaria general del PP vasco, así como su líder en Bizkaia, Amaya Fernández y Raquel González, respectivamente, contradicen cada día a Alonso, que no sería el primer líder del partido en dejar el cargo antes de acabar su mandato.

Esta situación coyuntural no debería impedir observar con mayor perspectiva la evolución general del partido, que suma una década de retrocesos en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa –también cae en Nafarroa, aunque el contexto sea bien diferente–. El giro ultra de Casado no lo explica todo. Es necesario fijarse, evidentemente, en la infinidad de casos de corrupción que han sacudido a la derecha española, pero también en la recolocación de los partidos ante el fin de ETA. No hay formación a la que este cambio de rasante haya pillado más a contrapié que al PP. Y no puede obviarse tampoco que, antes de la llegada de Casado, la centralidad política vasca ya estaba bastante más a la izquierda que la española, por mucho que les pese no solo a los dirigentes del PP, sino también al que se ha convertido en el principal receptor de sus votos, el PNV. Porque esos votos, conviene no olvidarlo, siguen existiendo; y un partido se va configurando en gran medida en función de los votos que busca y recibe.