Dabid LAZKANOITURBURU

Yihadismo, víctimas y desprecio a la labor de informar

Uno ya se olía –y es que son años de profesión– que cubrir el congreso no iba a ser un camino de rosas con los problemas a la hora (8.30 del miércoles, día de la inauguración) de recibir una acreditación pedida en tiempo y forma.

La sensibilidad de la responsable de prensa del evento –se dice el pecado...–parecía iba a enderezar las cosas. Mi objetivo era asistir a un taller sobre salafismo.

Tras señalarme quién es el ponente, me presento y le pido una entrevista que me concede para el día siguiente. Le comento que puedo asistir a su taller (prefiero completar mi trabajo escuchando al entrevistado), pero que la organización no permite el acceso a los talleres, solo a los plenarios. Me dice que una persona se ha dado de baja en el último momento, por lo que no hay problema de aforo.

Ya sentado, se me acerca una responsable del evento insistiendo en que no está permitido. El propio ponente pone cara de sorpresa y no ve problema alguno.

Sí lo ve la organización, que me saca de la sala a punto de empezar el taller.

Indignado, les expreso mi profundo malestar por lo que considero un desprecio a la labor de la prensa. Me salen con que la no presencia de la prensa es un compromiso adquirido con los asistentes a los talleres y, finalmente, aluden al tema de que en el congreso hay víctimas a las que respetar.

Vaya por delante mi respeto por las víctimas y que mi objetivo es ayudar a que los lectores de mi diario comprendan la realidad del salafismo. Ni más ni menos.

Puedo entender que haya talleres específicos con testigos y/o víctimas que recelen de la presencia de la prensa, pero extender esa prohibición a todos los talleres es o desconocimiento o un intento de ahorrarse trabajo a la hora de tener que aplicar eso que llaman sentido común.

«Puedes esperar fuera y le haces unas preguntas», me sueltan. Sin darse cuenta, espero, de que propiciando ese tipo de formatos de «aquí te pillo aquí te mato» no solo muestran su desprecio hacia la profesión.

Hacen como todos esos que, a costa de generalizar y desinformar sobre un tema tan complejo y tan demoledor para sus víctimas no consiguen, al fin y a la postre, sino fomentarlo.

Dicen que buscan proteger a las víctimas y no hacen otra cosa que promover el periodismo basura, ese que estaba presente también en Ficoba, y que tenía especial interés en entrevistar a madres de yihadistas. Lo vi y oí con mis propios ojos. Y nadie de la organización le dijo que no.